sábado, 4 de febrero de 2012

Delincuentes contra un juez honrado


Benjamín Forcano || Sacerdote y teólogo.
La que estamos presenciando es una forma de corrupción, la más indignante y escandalosa. Puede uno imaginarse las presiones realizadas para lograr que los que debieran estar en el banquillo se hayan constituido, a través de sus abogados, en acusadores del juez instructor Baltasar Garzón. Más asombroso resulta que se les haya dado crédito por el Tribunal Supremo pasando por encima de la investigación del Juez de la Audiencia Nacional.
delincuentesjuezA nadie le pasará desapercibida la complicidad entre corruptos y jueces decididos a liquidar a Garzón. ©Germán Gallego
Nadie niega el delito de corrupción de Correa y Pablo Crespo, su intento de blanquear 20 millones de euros desde la cárcel valiéndose de abogados vinculados a la trama con indicios de colaboración, la probada legitimidad de Garzón para intervenir conversaciones delictivas de estos presos y su esmero por preservar su derecho a la defensa, el testimonio de policías, jueces y fiscales avalando su decisión. Esto, no obstante, en contra de la jurisprudencia aplicada en casos semejantes a otros jueces. A éstos nunca se los procesó y sí a Garzón.
A nadie le pasará desapercibida esta complicidad entre corruptos y jueces decididos a liquidar a Garzón. Las tres instrucciones que el Tribunal Supremo ha admitido para declararle “prevaricador y violador de las garantías constitucionales” se han demostrado tan inconsistentes, que uno no tiene más remedio que pensar que han intervenido otras razones. Razones seguramente inconfesables, pero innegables y, al parecer, de peso cuando llevan a jueces a perder su imparcialidad e independencia.
Una extraña solidaridad corporativa
Sorprendentemente, en este caso la solidaridad corporativa se vuelve contra un compañero, juez estrella, porque ha osado actuar marcando un porte excepcional de competencia y libertad, fuera de lo común. O porque ha herido honores e intereses de un partido al que no se le puede cuestionar ni manchar, por más que estén manchados destacados miembros suyos.
Se podrán inventar todas las artimañas posibles para acabar con la honorabilidad de Garzón, pero la buena gente, el pueblo, sabe lo que él es: “La justicia ha hecho de mí lo que soy como persona y como profesional”.
Por ser un caballero al estilo de El Quijote, Garzón sabe que tiene “envidiosos de su virtud y valentía a muchos príncipes y a muchos otros caballeros que procuran por malas vías destruir a los buenos”. Pero, “los grandes hechos serán escritos en eternos mármoles por más que se canse la envidia de oscurecerlos y la malicia en ocultarlos, y serán esos mismos caballeros quienes, a despecho de la misma envidia, pongan su nombre en el templo de la inmortalidad”.
Publicado en Crónica Popular

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