viernes, 9 de marzo de 2012

¡Indignaos!: 32 páginas que han movilizado a una generación


Mercedes Arancibia || Periodista.
Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”, dicen que dijo Arquímedes (287-212 antes de nuestra era), y entonces inventó la palanca. “Publicadme  un libro y moveré el mundo” podría decir el nonagenario resistente francés Stéphan Hessel, autor de Indignez-vous (¡Indignaos !), la palanca, el panfleto que ha acompañado una explosión de rebeldía prácticamente mundial, que todavía no tiene un año y medio de vida y ya parece que forma parte de nuestros clásicos desde siempre.
08_indignados_stefanStéphane Hessel, redactor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. ©Michael Thurm
El domingo 4 de marzo de 2012, el canal cultural europeo ARTE (un lujo de televisión) dedicaba uno de los reportajes del programa “Personne ne bouge!” al aniversario del libro de Hessel. “Entre el bloguero tunecino o egipcio y Stéphan Hessel hay algo de muy cercano”, aseguraba un ocupante de Wall Street, apoyado en el tronco de un árbol. “Indignaos pero después comprometeos”, repetía una vez más,  hundido en un sillón de orejas, el abuelo Hessel quien lleva un año trasladando su mensaje de una esquina a otra del planeta.
Hace ahora un año comenzaron las revoluciones en los países del norte de Africa. Dentro de unas semanas se cumplirá un año del 15 M. En doce meses hemos asistido a la caída de tres tiranos, que no es poco(Ben Alí en Túnez, Hosni Mubarak en Egipto y Muamar El Gadafi en Libia),  a la salida de rositas de un cuarto, indultado aunque no indemne, Ali Abdallah Salé de Yemen, y a la génesis de un movimiento absolutamente nuevo e inesperado que desde la Puerta del Sol de Madrid ha travesado fronteras reales e imaginarias, se ha colado en las redes informáticas, incluso en las controladas por censuras férreas como son los casos de China,  Irán o Siria, y de una forma u otra ha impregnado a las poblaciones de todo el planeta. Ahora ya podemos estar seguros de que habrá un antes y un después del 15M, un antes y un después de los indignados.
¿Hay que adjudicar todo el mérito al oportuno libro de Stéphan Hessel? Evidentemente no. Pero qué duda cabe que Indignez-vous ha jugado un papel en todo esto. El 21 de octubre de 2010 se asomaba discretamente a los escaparates de las librerías francesas esta llamada a resistir a las injusticias de nuestro tiempo y desde entonces ha tenido un destino que muy pocas publicaciones conocen. Los acontecimientos subsiguientes en todo el mundo, y muy especialmente en la Europa de la crisis galopante -el paro que crece en proporciones insospechadas y condena a la pobreza a una clase media que se había labrado el presente con las uñas y, sobre todo,  la emergencia de la generación mejor preparada de la historia que se enfrente a un destino sin futuro y se ve abocada a la emigración económica, como en el siglo XIX en toda Europa y en la década de 1960 en España-, en doce meses han convertido el librito de Hessel (más de 4 millones de ejemplares vendidos solo en las sucesivas ediciones en francés), y todas sus secuelas, en los best sellers de 2011.
Caminando contra el viento
El “efecto Hessel” ha traspasado fronteras. Traducido a casi treinta lenguas (en España a las cuatro oficiales), con un largometraje  documental –Indignados-   inspirado libremente en su texto,  firmado por el veterano realizador argelino  Tony Gatlif, aplaudido en su presentación en la sección Panoramas de la última Berlinale  (9-19 de febrero  de 2012) y estrenado en Francia este miércoles 7 de marzo (“Es una película combatiente hecha  con las palabras escritas en los muros”, dice su director), con un single, Indignez-vous, que los Pequeños Cantores de Asniéres consideran su personal homenaje a Hessel y, lo más importante, un movimiento político planetario que puso en marcha a los “indignados” de ahora mismo, hace un año constituyó toda una sorpresa literaria el éxito conseguido por un fascículo escrito por un resistente francés de los años 1940, vendido al precio de 3 euros  y publicado por una pequeña editorial desconocida (Indigénes Edition) de Montpellier, en su colección “Los que caminan  contra el viento”.
Pronto centenario aunque igual de indignado que cuando tenía veinte años, el autor  parte de la idea sartrianadel compromiso personal y, negándose a aceptar el creciente aumento de las desigualdades económicas, critica la política de inmigración del gobierno (en su caso el francés, pero la crítica es extensible al resto de los gobiernos del sur de la Unión Europea), lamenta el peso que tienen las finanzas en las opciones políticas del mundo occidental y retoma las principales reivindicaciones sociales del Consejo Nacional de la Resistencia. « Despertar público de un pueblo que hasta el presente era muy pasivo », según el sociólogo Edgar Morin, este objeto de deseo literario ha venido a concretar un nuevo compromiso ciudadano, al margen de los partidos políticos y  sacando a la luz las contradicciones esenciales de nuestra sociedad: las democracias están en crisis, el poder y el dinero se concentran en muy pocas manos, algo que merece tan poca confianza como los mercados está rigiendo el destino de los pueblos, todo es mercancía, también el ser humano. “Hoy la revolución no es la toma de la Bastilla o del Palacio de Invierno, sino un movimiento pacífico, como fue el feminismo en los años 70, que puede contribuir a cambiar la sociedad”, decía un sociólogo belga en la emisión Arte TV, y repetía las consignas de los indignados: democracia directa, no violencia, sin líderes.
De la Puerta del Sol de Madrid a Wall Street en Nueva York, pasando por las plazas y los cruces de Túnez, El Cairo, Trípoli, Sanáa y ahora Damasco y Homs, como en el mejor de los sueños que pudo imaginar A.S. Neill (Summerhill), como ese viejo amigo que a pesar de internet sigue repitiendo que “todo está en los libros”, el cortejo de los indignados de medio mundo ha esgrimido el opúsculo en sus manifestaciones, ha salido de la tierra, de las macetas, subido de los sótanos y bajado de las terrazas -como surgía la “minoría étnica” en la magnifica película “Amanece que no es poco”, auténtica joya del mejor surrealismo hispano que ha dado el siglo XX después de Buñuel-  y ha gritado palabras escritas negro sobre blanco por Hessel, quien va un paso por delante de los eslóganes de mayo del 68: frente al “sé realista, pide lo imposible”, proclama que “¡todo lo deseable es posible!”, mientras su biografía nos cuenta que él no tuvo que esperar hasta aquel ’68 para intentar hacer realidad sus utopías: desde el Consejo Nacional de la Resistencia y aún antes, desde las Fuerzas Francesas Libres, en torno a De Gaulle en Londres, Hessel ha sido, hasta hoy mismo a punto de cumplir los 95, un activista que ha convertido en ley de vida un axioma: – “El motivo de la resistencia es la indignación”- y defiende, con idéntica convicción y firmeza, los mismos valores que defendió con un arma hace más de medio siglo: “Tenemos que ser respetuosos con la democracia, pero cuando algo nos parece que no es legítimo, entonces nos corresponde protestar, indignarnos y desobedecer”.  
08_indignados_libro“Indignez-vous”, traducido a casi treinta lenguas, en España a las cuatro oficiales.
A la izquierda le toca transformarlo en futuro
El editorialista Paul Quinio saludaba la aparición del libro en octubre de 2010 diciendo que se trataba de  un fenómeno que no responde ni al precio ni a la notoriedad del autor, sino a algo “que le conecta con el individualismo” inherente a esta época: “que cada cual disponga de su pequeña dosis de indignación solitaria”. Y lanzaba un aviso para navegantes: “Stéphane Hessel ha puesto el dedo en la llaga de un deseo de indignación. A la izquierda le toca ahora transformarlo en futuro”.
La mayor parte de los principios enunciados por Hessel en 2010 ya estaban en el programa del Consejo Nacional de la Resistencia (el órgano que dirigió y coordinó los distintos movimientos de la Resistencia Francesa, la prensa, los sindicatos y los miembros de partidos políticos contrarios al gobierno de Vichy a partir de mediados de 1943, al que perteneció Hessel, ndlr). En él aparecen los valores de justicia social, de prevalencia del interés general sobre los intereses particulares, de basar la vida colectiva en los valores republicanos (valores que, hasta el día de hoy, representan el mayor de los orgullos para todos y cada uno de los ciudadanos franceses, ndlr)… (…) “Quiere construir una sociedad de la que podamos sentirnos orgullosos, pero no presenta la más mínima ambigüedad: no es un programa político”. “Predica un cierto radicalismo, pero construido en torno a un proyecto común. No expresa una utopía revolucionaria, que no podría cumplirse. Stéphane Hessel ofrece encontrar una esperanza… por eso este librito ha encontrado tanto eco”.
En un perfil de Hessel escrito por Eric Aeschimann, donde se le define como “la esencia de la historia”, se dice que nació en una familia judía en Berlín, en 1917, y llegó a Francia en 1925. Su madre, pintora, fue el modelo del personaje de Catherine (Jeanne Moreau) en la película de Truffaut Jules et Jim. Su padre tradujo a Proust al alemán, junto con su amigo el filósofo Walter Benjamin. Naturalizado en 1937 fue llamado a filas al comenzar la guerra; hecho prisionero, se evadió y se unió al general De Gaulle en Londres. Enviado a Francia en 1944, fue detenido y deportado a Buchenwald, donde falsificó su identidad. Volvió a evadirse, le detuvieron, saltó de un tren en marcha y se unió a las tropas norteamericanas. Tras la liberación, entró a trabajar en la Secretaría General de la ONU y fue uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; de hecho, el único que sigue vivo.
El gobierno de Mitterrand le elevó a la dignidad de “Embajador de Francia” y desde su jubilación se dedica a militar en favor de los “sin papeles” y los palestinos. Es Oficial de la Legión de Honor (una de las más altas condecoraciones que concede el Estado francés) desde 2006. Apoyó a Michel Rocard en las elecciones de 1985 y en 2010 ocupó un lugar testimonial en las listas de Europe Ecologie (el partido que lidera Daniel Cohn-Bendit). Desde hace varias décadas milita en el Partido Socialista.
Los dos periodistas fundadores de la editorial Indigénes en 1996 – Sylvie Crossman y Jean-Pierre Barou- pidieron a Hessel que escribiera algo tras escucharle en un discurso pronunciado  en Glières, un lugar especialmente simbólico de la Resistencia afrancesa, en el que acusó a Nicolas Sarkozy de haber traicionado los principios que animaron aquel combate. El discurso del entonces candidato presidencial (2007) en el mismo lugar de memoria  indignó a los resistentes todavía vivos, que organizaron una “contra conmemoración” y fundaron meses después la asociación Ciudadanos Resistentes de ayer y de hoy.
Indigénes, la editorial que nació con la voluntad de hacer visible otra modernidad diferente de la occidental “arrogante, concebida con su ‘progreso’ mecanicista, totalitario dominado por las finanzas y la economía” y que durante quince años ha publicado fundamentalmente textos relativos a otras culturas: aborígenes de Australia, tibetanos resistentes a la dominación china, indios navajos del sudoeste estadounidense, inuits del Gran Norte canadiense…todos ellos ignorados por la llamada comunidad internacional, aseguran en la presentaciónde su página web que “… el éxito extraordinario del librtito de Hessel…carga de razones el combate de Indigéne Editions…Lo que hay de común entre nuestros contemporáneos aborígenes… con sus títulos de propiedad, sus ceremonias, sus prácticas de meditación, y nuestros resistentes “que caminan contra el viento”… es el slogan: ‘Crear es resistir. ¡Resistir es crear!’. Crear es comprometerse en un mundo mutilado de cualquier tipo de conciencia”.
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Hessel: “La España rebelde y valiente de siempre puede favorecer el impulso hacia una Europa cultural, fraternal, y no un Europa al servicio de una financiarización del mundo”.©Germán Gallego
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Medio país en la misma onda
“Yo también nací en 1917. Yo también estoy indignado. También viví una guerra. También soporté una dictadura. Al igual que a Stéphane Hessel, me escandaliza e indigna la situación de Palestina y la bárbara invasión de Irak (…) Hablamos en la misma onda…” Fue el también nonagenario José Luis Sampedro quien prologó la edición española del libro que dinamitó el mercado editorial. Apostando al caballo ganador, la editorial Destino lo publicó en una jugada que tuvo poco de aventura editorial: 5 euros (2 más que la edición francesa) por el placer de leer un texto que estaba funcionando “como un toque de clarín que interrumpe el tráfico callejero y obliga a levantar la vista a los reunidos en la plaza”. Decididamente, por un momento toda la izquierda del país estaba en la misma onda.
Después del prólogo de Sampedro, la edición en castellano del panfleto (en el mejor sentido del término) francés, incluye un llamamiento del autor a los lectores españoles, “a la joven generación de esa España (…) rebelde y valiente que siempre puede favorecer el impulso hacia una Europa cultural, fraternal, y no un Europa al servicio de una financiarización del mundo”.

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