lunes, 2 de abril de 2012

Elecciones francesas: Jean-Luc Mélenchon, el tercer hombre


Mercedes Arancibia || Periodista.
Cuando apenas faltan tres semanas para la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas (22 de abril 2012) y con medio país siguiendo apasionadamente la “caza al terrorista” en la televisión, en la campaña de los dos candidatos oficiales de la alternancia  (Nicolas Sarkozy, UMP, Unión por un Movimiento Popular, centro derecha,  y François Holande, PS, Partido Socialista, socialdemócrata) siguen sin aparecer la crisis y los retos económicos de los próximos años,  al tiempo que el terrorismo y la seguridad continúan mandando en los mítines. La “tragedia nacional” (definición de Sarkozy) del asesinato de tres militares y un profesor y tres alumnos de una escuela judía se ha adueñado de la actualidad política gala no solo tapando la campaña, sino obligándola también a caminar a su paso.
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Portada de The Economist del 20 de marzo de 2012
Con un candidato-presidente que va prometiendo nuevas medidas legales a medida que se producen los acontecimientos- “se perseguirá legalmente a quienes visiten páginas de Internet que inciten al terrorismo, se perseguirá legalmente a quienes viajen a Afganistán y Pakistán, se prohibirá la entrada en territorio francés de predicadores coránicos fundamentalistas”- , y un pretendiente socialista bastante bisoño que  hasta hace un año no era más que un discreto secretario general y, sobre todo, el compañero de la anterior presidenciable, Segolene Royal, y que ahora camina al paso que le va marcando  el contrincante mientras las encuestas le dan como ganador en la segunda y definitiva vuelta (6 de mayo), se ha producido la emergencia de un “tercer hombre”, el candidato del Front de Gauche (Frente de Izquierda) Jean-Luc Mélenchon que en los sondeos disputa la tercera plaza a la ultraderechista xenófoba Marine Le Penn, del Front National, quien, digna hija de su padre, aprovecha el ruido generado por la masacre de Toulouse para pedir que la sociedad francesa retroceda treinta años en su historia, prohíba la entrada de emigrantes  y restablezca de nuevo la pena de muerte. Mélenchon ha conseguido que el ritmo de la campaña lo marque no solo el “Terror” sino también “La Bastilla”.
Adelantándose a los acontecimientos, la portada de la revista americana Time de la última semana de marzo ponía un interrogante en el titular  “¿Adiós Sarkozy?”; en páginas interiores  su corresponsal en París, Bruce Crumley, aseguraba que “corre el riesgo de no ser más que el Presidente de un mandato”. Si bien es cierto que los sucesos de Toulouse le han colocado la aureola de “dirigente que reacciona rápidamente”, también es verdad que puede ser que  “hayan ocurrido demasiado tarde”, cuando la suerte ya estaba echada.
Por su parte, el socialista Holande, convencido de la victoria que le auguran las encuestas en la ronda final,  responde en las entrevistas como si ya le hubieran elegido: “Soy el presidente que aglutina”, manifestó el 18 de marzo, sin cortarse lo más mínimo, en el programa “Palabras y hechos” del canal público France 2.
El muy liberal semanario británico The Economist, con fecha 30 de marzo de 2012 y escribiendo encima de un montaje de la celebérrima pintura Desayuno sobre la hierba de Manet, califica la campaña de ambos como “la más frívola de Occidente” y asegura que ningún otro país de la Unión Europea vive tan fuera de la realidad; deuda pública  y competitividad son las dos asignaturas que Francia suspende, según la revista: “El país va a tener que enfrentarse a un shock económico inminente y los candidatos lo ignoran magníficamente”.  El semanario llega incluso  a afirmar que “Francia va a estar en el centro de la próxima  crisis de la zona del euro”.
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Jean-Luc Mélenchon, candidato del Frente de Izquierda. ©cyberien 94
El tercer hombre
Ahora que, lo quieran o no y presionada por el tiempo que corre, la competición ha dejado de ser una carrera de fondo para convertirse en auténtico duelo, ahora que el socialista Holande ha hecho desaparecer del cartel oficial hasta la última raya roja, convirtiéndolo en una especie de pastel azul que recuerda más de lo necesario los retratos oficiales del conservador Georges Pompidou – si bien conservando el slogan: Le changement c’ est maintenant, el cambio es  ahora, y el gesto, más propio del aserejé que de un partido serio-, Jean-Luc Mélenchon, el candidato del Frente de Izquierda, que agrupa al Partido Comunista Francés (PCF) y seis partidos  más, adquiere mucha mayor consistencia y seduce a amplias franjas de esa izquierda que se sitúa en el punto exacto donde termina el electorado socialista; hay incluso dirigentes del  Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) que están pidiendo que se le vote  considerando que su candidato, Philippe Poutou, se dispone a emprender  el “el camino de la marginalidad”.
Jean-Luc Mélenchon ha entrado en la campaña por la puerta grande al lograr reunir a más de 100.000 personas en la parisina Plaza de la Bastilla y alrededores el domingo 18 de marzo -exactamente el día en que se cumplía el 121 aniversario de la Comuna de París, una fecha con enorme carga simbólica- pidiendo que se liquide la Quinta República, y se vaya a la insurrección cívica. Quien en otro tiempo fuera ministro socialista, vestido de negro con corbata roja y clavel del mismo color en el ojal, habló desde “esta plaza donde se quemó el último trono de los reyes…punto de partida de todas las revoluciones”, homenajeó a la revolucionaria anarquista Louise Michel, una de las grandes figuras de la Comuna e intentó, para anunciar la llegada de la primavera a la Bastilla,  una síntesis bastante lírica entre la fecha gloriosa de 1871, el 10 de mayo de 1981 cuando el socialista Mitterrand fue elegido presidente y la canción que inmortalizó Yves Montand: “Que llega el tiempo de las cerezas y de los días felices”.
En cada uno de sus mítines, Mélenchon  consigue reunir no menos de ocho mil personas.  El director de la campaña, Arnauld Champremier-Trigano afirma: “Nosotros no hacemos marketing para vender un producto. Nuestra campaña es como el jazz, uno toca la melodía y los demás improvisan”. Y el que toca la melodía se dirige solidario “al pueblo griego, a los españoles, a los portugueses, a los italianos, a todos cuantos de momento tienen sobre sus cabezas el peso de la opresión”.
Emotivo, cuidadoso de un lenguaje que domina muy bien, Mélenchon detalla las grandes líneas del programa: referéndum para cualquier “transferencia de soberanía”, fin de los privilegios del capital, ampliación de los derechos de homosexuales y transexuales… derecho al aborto, a decidir el “propio final”… una regla verde de protección del planeta… la libertad en Internet será “inalienable”, el Parlamento garantizará la independencia de la justicia: “Os llamo a comenzar esta primavera de los pueblos, a abrir en Francia, mediante la papeleta de voto, la brecha por la que después llegará el voto de los griegos y de los camaradas alemanes”, en alusión a siguientes citas electorales europeas… hasta finalizar citando un párrafo de la Constitución de 1793, jamás aplicado. “Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes”.
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El Frente de Izquierda piede que se liquide la Quinta República, y se vaya a la insurrección cívica.©cyberien 94
“Ha sacado al PC de la naftalina”
Jean-Luc Mélenchon,  escriben en estos días de abril los editorialistas franceses, ex trotskista, profesor de formación y ex periodista, “ha nacido a los 60 años; antes no era más que un segunda fila en el Partido Socialista, con talento e insatisfecho, siempre intentando fortalecer el ala izquierda del PS, siempre decepcionado, benjamín en el Senado, ministro leal con Jospin, eurodiputado”, ha sido elegido político revelación del año por votación ciudadana en  la página digital Agora Voxy ha iniciado la campaña con una intención de voto del 10%, que los medios de comunicación están secundando. 
No parece que el asunto del fundamentalista Merah y sus asesinatos en serie haya modificado sensiblemente las intenciones de voto. La prensa publica casi a diario encuestas y sondeos que evidencian que  “los franceses siguen pensando que no se habla lo suficiente de la cesta de la compra, el paro, la escuela…”, señala Jean-François Doridot, de Ipsos France, uno de los institutos especializados. “La dinámica Mélenchon no se ha frenado “, para Frédéric Dabi, de Ifop. “Al contrario, el candidato del Front de Gauche ahora está en el 13% de intención de voto”.
Según Pascal Riché, redactor jefe del diario digitalRue 89, Mélenchon es el tercer hombre por una razón simple, “porque está haciendo una buena campaña. ¿Qué significa hacer una buena campaña? Hacer un buen uso de la palabra. Decir cosas que tienen consistencia, que afectan a los ciudadanos. Mélenchon es un buen orador, pero no es solo eso: hace política, tiene un proyecto”. No cambia de discurso cada cinco minutos, escribe Marie Kostrz en Rouge: “Mélenchon ha sacado a los militantes del PC de la naftalina”. En la misma línea, Eduardo Febbro, corresponsal en Paris del diario argentino Página 12, empieza diciendo que aunque no gane,  al menos ha sacado la política del cenáculo televisivo y la ha llevado a la calle, y en este punto coincide con el cronista del diario conservador Le Figaro  que, comentando la espectacular asistencia al mitin de la Bastilla, aseguraba que “no todos le votarán, pero han venido a vibrar, a sentirse juntos”.
Votar con la razón
Todos los analistas coinciden en que, históricamente, en la primera vuelta de las presidenciales los franceses votan con el corazón,  y en la segunda con la razón. En el libro “L’Invention de la France” (La invención de Francia), publicado hace ya más  de treinta años, sus autores, Hervé Le Bras et Emmanuel Todd, demostraron que los franceses votan no solo en función de sus estatus económico social, no solo por adhesión personal a un programa o un líder sino, y en primer lugar, de acuerdo con el « temperamento » de la región donde han nacido, o donde residen; lo que permite entender porque en determinados lugares se vota a la derecha, y en otros a la izquierda, independientemente de que se sea obrero o patrón: “Entre una Francia antropológicamente germánica “autoritaria” (Alsacia-Lorraine), otra anglosajona igualitaria y nuclear (Bretaña-Normandía) y un Sudoeste que sigue conservando la estructura de familia compleja/ampliada/solidaria, cada uno de esos “países” representa de hecho una cultura, un sistema coherente de costumbres, en el sentido antropológico… una manera de vivir y de morir…”. Según ambos demógrafos, la vida metafísica del « momento Sarkozy » está caracterizada por « la islamofobia laico-cristiana”.
Rompedor en tiempos de bostezo y consenso
Como respuesta a la acusación que se hace a los candidatos Sarkozy y Holande de no afrontar los problemas reales del país, de ir chupando rueda sucesivamente  y gastar el tiempo en replicarse, de ser parte uno de la “derecha bling-bling” (en alusión al sonido del noble metal de las pulseras) y el otro de la “izquierda bo-bo” (bohème-bourgeoise, bohemia-burguesa, anteriormente “gauche caviar”), el comentarista argentino continúa diciendo que con Mélenchon “la vida existe. Los trabajadores existen. La sociedad no es un sondeo ni una pantalla de televisión…En una campaña de tecnócratas y “sondólogos”, Jean-Luc Mélenchon introduce un puñado de humanidad: Tomen las plazas y las calles de la República… Es muy osado en una época de consenso y bostezo”.
No hay duda, Mélenchon  está por lo menos molestando a sus antiguos camaradas. Asustados, los socialistas  han empezado ya a pedir el voto útil, cuando habitualmente es una opción que se reserva para la segunda vuelta. Sarkozy, quien ya ha anunciado que si pierde se retira de la política, se burla de ellos: “Encuentro fantástico que pidan el voto útil cuando casi falta un mes todavía. ¿Qué dirán cuando solo falte una semana?”. El candidato del Front de Gauche les lleva la contraria: “Es falso creer que los resultados de la primera vuelta son los definitivos. En 1995, Jospin iba por delante de Jacques Chirac y perdió. En 1981, Mitterrand estaba detrás de Giscard d’Estaing y terminó delante”.
A quien, evidentemente,  no gustan nada las propuestas de  Mélenchon es a la patronal del empresariado. El domingo 1 de abril, en el programa “Le Grand rendez-vous” del canal privado France 1, la presidenta del Medef (Movimiento de Empresas de Francia), Laurent Parisot, afirmaba que el candidato del Front de Gauche preconiza un control de la economía “como nunca se ha visto”, lo que en su opinión significa una especie de “Terror” ( palabra que conviene escribir y pronunciar con mayúscula para distinguirla del simple miedo, ya que se refiere al tiempo histórico de 1792-94 cuando el gobierno encabezado por  Robespierre encarceló a medio millón de personas y ejecutó o masacró a otras cien mil).
Si todo acaba como ahora parece, François Holande tendrá que negociar con Mélenchon (quien a mitad de campaña consigue el 15% en los sondeos) para conseguir los votos del Front de Gauche en la segunda vuelta. Y todo el abanico de la izquierda francesa –desde la socialdemocracia hasta el comunismo trotskista de Lucha Obrera (Lutte Ouvriére)- sacará del baúl de la nostalgia el “frentepopulismo”, la coalición que gobernó al comienzo de la Tercera República,  de 1936 a 1938, inició importantes reformas sociales y sigue siendo una de las referencias imprescindibles de la memoria y la historia de la Gauche francesa.
Además de Mélenchon, Sarkozy, Holande, Le Penn  y François Bayrou (Mouvement Démocrate, derecha, apoyado por la Alianza Centrista y el Partido Liberal Demócrata, ex ministro en tres gobiernos conservadores, que en las elecciones de 2007 logró un tercer puesto con el 18% de los votos y esta vez, a mitad de campaña, las encuestas sitúan en quinto lugar),  hay otros candidatos –Eva Joly (Europe Ecologie/Les Verts, según expertos en comunicación “da una imagen crepuscular”), Nathalie Arthaud ( Lutte Ouvrière, extrema izquierda), Jacques Cheminade (Solidaridad y Progreso, cercano a la extrema derecha aunque él se define como gaullista de izquierda), Nicolas Dupont-Aignan (Debout la République, se reclama de los principios del Consejo Nacional de la Resistencia) y Philippe Poutou (Nuevo Partido Anticapitalista, heredero de la Liga Comunista Revolucionaria, extrema izquierda)-, que consiguen en los sondeos entre el 0 y el 3% de la intención de voto.

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