jueves, 31 de mayo de 2012

EL REY DE LA JUNGLA...


“¿Por qué los banqueros españoles, reguladores y funcionarios del Gobierno encuentran tan difícil aceptar  (y contar) la verdad?”, se preguntaba el pasado 15 de mayo el diario británico Financial Times, subrayando que, “a pesar de que los inversores han sido testigos del estallido de la burbuja inmobiliaria, del deterioro de los préstamos y de las dificultades de la banca, ministros y reguladores seguían manteniendo la idea de que las reformas eran la solución y que no sería necesario inyectar más dinero público en el sistema financiero”. “Una visión benévola de tal cosa es que los responsables no fueron capaces de comprender la realidad, pero los inversores, como el propio FMI, interpretan más bien que nos encontramos ante una tergiversación de los hechos”, remacha el vocero de los intereses de la City.
30_bankiavEl sainete comienza con una reunión de la troika bancaria española (Botín, González, Fainé).©Bárbara Boyero
Este interrogante que se plantea un medio tan poco sospechoso de izquierdismo y que sigue sin repuesta es el que, aumentado, flota en torno a todo el affaire Bankia. ¿Cómo es posible que un estado de cosas como el que vivía Bankia pudiera ser silenciado y tergiversado durante tiempo? No ya tan solo por el Banco de España o el Gobierno, sino por los partidos políticos, la “mediocracia”, la judicatura o la propia competencia; por buena parte, en fin, del entramado institucional que conforma nuestro sistema democrático.
Desde hacía mucho tiempo, meses, las redacciones económicas de los grandes medios sabían con toda seguridad que Bankia estaba muy tocada y nadie publicó no un titular, sino una sola línea explicándolo. Un férreo pacto de silencio mediático ocultó celosamente cualquier alusión al caso, mientras seguían corriendo ríos de tinta, por ejemplo, sobre el déficit fiscal. La respuesta quizá se halla en la manifiesta supeditación de la “mediocracia” a las finanzas o gtal vez, más pragmáticamente, en la convergencia de intereses (préstamos, publicidad…) de algunos medios con Bankia. En cualquier caso, el silencio cómplice de la “mediocracia” en el caso Bankia pone de manifiesto que algo, de mucho calado, está fallando en este flanco de nuestra democracia.
Ni un solo comunicado de los partidos políticos
Resulta también evidente que los partidos políticos estaban desde hacía mucho tiempo más que al cabo de la calle del “agujero negro” en Bankia y ni un simple comunicado hizo alusión al tema. El PP, claro está, por no sacar a la luz sus propios trapos sucios, el PSOE por no meterse en camisa de once varas o, quizás, entendiendo que Bankia era terreno acotado de los populares, y los partidos minoritarios por complicidad, ignorancia o ambas cosas a la vez.
El muro de complicidades, silencios interesados, evasivas, mentiras, ocultación y tergiversaciones levantado durante mucho tiempo en torno a Bankia pone de manifiesto que algo chirría al fondo del sistema
El Banco de España que, en la persona de su Presidente, no ha perdido ocasión de reclamar de manera reiterada reformas laborales, también se supone que debería saber algo de Bankia. Pero, compartiendo complicidades, tampoco ha dudado en practicar la más explícita “omertá”, cuando su función no era ya solo alertar sobre lo que pudiera estar ocurriendo en la entidad, sino intervenir en ello.
¿Y los jueces y fiscales no están llamados a actuar de oficio ante un acontecimiento de la magnitud del de Bankia? O es que, como han hecho otros poderes, para ellos no era cuestión de meterse en el avispero, sobre todo si este tiene que ver con algo tan intocable como la banca.
Y así sucesivamente, incluidos algunos sindicalistas que, por activa o por pasiva, no es difícil que tuvieran noticia de lo que se estaba cociendo en Bankia. , desde luego, el principal abanderado en esta procesión: el Gobierno. Primero, por orden de aparición, el de Zapatero y luego el de Rajoy. Porque es el Gobierno quien más conocimiento tiene o debería tener del tema y porque es el primer llamado a poner orden en el asunto.
Una opinión pública absolutamente desinformada
Así las cosas, de la noche a la mañana, explota Bankia ante una opinión pública absolutamente desinformada. El sainete comienza con una reunión de la troika bancaria española (Botín, González, Fainé) que, aun hoy en día no se sabe quién la convoca y para qué, sigue con la dimisión de Rato y el nombramiento de Goirigolzarri al frente de la Entidad y concluye, por ahora, con la traca de la intervención, con nueva reforma financiera incluida.
30_bankiah¿Cómo es posible que un estado de cosas como el que vivía Bankia pudiera ser silenciado y tergiversado durante tiempo? ©Javier del Valle
Y antes de que cante el gallo comienza el peloteo de las culpas. Josep Durán, especialista en estas lides, dispara contra el Presidente del Banco de España, como responsable del desaguisado. Y haciéndose eco, una tras otra diferentes voces del PP, como la ya conocida de Pujalte, insisten en hacer responsable del asunto al amortizado Presidente del Banco de España que, claro, había sido nombrado por los socialistas.
Y de la estampida de Rato, nada. “Se trata de una cuestión personal”, según la versión del PP, cuya Presidenta, al ser preguntada por el tema respondió, con su ya tópica rotundidad, que era cosa de una empresa privada y como tal, el Gobierno no se inmiscuía en ello. Al de horas, el Gobierno decidía intervenir Bankia.
Algo chirría al fondo del sistema
En fin, el muro de complicidades, silencios interesados, evasivas, mentiras, ocultación y tergiversaciones levantado durante mucho tiempo en torno a Bankia pone de manifiesto que, más allá del juego político, del reparto de roles institucionales y otras cuestiones formales, algo chirría al fondo del sistema. Si las instituciones que conforman el sistema fallan, por acción u omisión, es que el sistema no funciona.
Y, en tal sentido, ¿Cómo no entender la creciente crítica antisistema que formulan desde el 15 M hasta economistas, sociólogos, defensores de los derechos humanos, académicos de prestigio, premios Nobel y hasta algunos presidentes de Gobierno? ¿Cómo no compartir las voces que exigen, de forma creciente, una regeneración de las reglas de juego, escritas y no escritas, para responder a  preguntas como las que se hace el Financial Times sobre la imposibilidad reinante de aceptar y responderse a la verdad?
“Si se llega a la conclusión de que el sistema es malo y hay que cambiarlo, no se ve el motivo por el cual ser antisistema tenga que ser malo. El primer principio de la lógica elemental dice que ahí hay una incoherencia, una contradicción. Si el sistema es malo, y hasta rematadamente malo, lo lógico sería concluir que hay que ser antisistema o estar contra el sistema”, sostiene el filósofo Francisco Fernández Buey. “El propio sistema tendría que segregar sus modificaciones para salvarse él si fuera realmente un sistema y no sólo una jungla”, decía hace ya años a este propósito el escritor Eduardo Haro Tecglen.
CRÓNICA POPULAR

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