sábado, 26 de mayo de 2012

GABRIEL JACKSON. Un historiador que sufrió la “caza de brujas” en EE.UU.


Su amistad de muchos años con David Ruiz,  catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo, máximo especialista en la “revolución del 34”y miembro del Consejo Editorial de “Crónica Popular”, ha permitido acercar a nuestros lectores la personalidad y opiniones de uno de los grandes hispanistas norteamericanos,  nacionalizado español en 2008, Gabriel Jackson (“Hablando de Negrín con Gabriel Jackson”, de Octavio Colis, Crónica Popular). Sin duda alguna, uno de los historiadores que, frente a la hagiografía del golpe de Estado de Franco y sus generales, en 1936, difundida primero durante la dictadura y desde hace algunos años por seudohistoriadores como el “ex grapo” Pío Moa, han contribuido con mayor solidez a rescatar la historia real de la II República y la guerra civil española.
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Gabriel Jackson nació en Mount Vernon, Nueva York en 1921, se graduó en Historia y Literatura en el Harvard Collegue, en 1942, obtuvo un “master” en Historia en la Universidad de Stanford y se doctoró en la Universidad  de Toulouse, en 1950, con una tesis sobre una de las personalidades políticas españolas más descollantes del siglo XIX: el “regeneracionista” Joaquín Costa, al que considera “un adelantado a su tiempo”. Tras haber tomado contacto con exiliados españoles en México, hubiera preferido hacer su tesis doctoral sobre la II República. Sin embargo, su profesor en la Universidad francesa le quitó la idea de la cabeza, indicándole que, en aquellos años,  no había pasado suficiente tiempo y que escribir entonces sobre la guerra civil española era “hacer periodismo, no historia”.
Hijo de padre socialista, hermano de comunista e integrado desde muy joven en los círculos intelectuales de la izquierda norteamericano, Gabriel Jackson sufrió la “caza de brujas” lanzada en los EE.UU., durante la década de los cincuenta, por el senador ultraderechista Josep Mc Carthy. Y, junto al de otros destacados intelectuales, como el escritor de “novela negra”  Dashiell Hammett y “los diez de Hollywood”, entre ellos el director de cine Edward Dmytryk y el guionista Dalton Trumbo, su nombre figuró en las “listas negras”; aquella implacable y sórdida persecución que intentó marginar de la vida cultural norteamericana a sus mejores escritores y artistas y que inspiró a Artur Miller su obra “Las brujas de Salem”.
En alguna de las entrevistas ha recordado aquellos sombríos días para muchos norteamericanos: “El “marccartismo” quería destruir la Universidad de California y mis colegas me escogieron para ser presidente del Senado de mi facultad. Durante ocho años la defendí de los ataques de los militares, de insidiosas gestiones en Washington, de constantes acusaciones hacia mi persona, al que consideraban un “rojo…” “La caza de brujas” no hizo mella en sus convicciones. Sin embargo, la persecución de que fue objeto le impidió acceder a una plaza de catedrático en las Universidades de su país por lo que su labor docente la desarrolló como profesor temporal en varios centros, como la “Putter School”, de Vermont, el “Welleley College”, y la “Universidad de California”, de la que es profesor emérito.
“Premio Antonio de Nebrija”, concedido en 2003 por la Universidad de Salamanca en reconocimiento a su labor como hispanista, su obra más importante dedicada a la historia española la constituye “La república española y la guerra civil”. Fue editada en México por Grijalbo en 1967 pero su difusión en nuestro país estuvo prohibida durante años por la dictadura, hasta que apareció de nuevo en las librerías en 1976, poco después de haber muerto Franco, y volvería a reeditarse en 1999. Después, escribió “Costa, Azaña, el Frente Popular y otros ensayos (1976), “Aproximación a la España contemporánea” (1980), “Catalunya republicana y revolucionaria, 1931-1939” (1982) y “Breve historia de la guerra civil española” (1986), entre otras.
Juan Negrín, un verdadero demócrata
En 2008, Gabriel Jackson logró sacar a la luz, “Juan Negrín. Médico, socialista y jefe del Gobierno de la II República española”, libro al que dedicó seis años y que  considera “la mayor aventura  de su vida”. Una obra escrita sobre quien considera “el más capacitado de los jefes republicanos socialistas. Sabía de economía. Era keynesiano, no marxista, y creo que fue el primer suscriptor que la revista The Economist tuvo en España”. Para el historiador norteamericano españolizado, “el alma de la resistencia republicana, un “verdadero demócrata”, que hizo muchas cosas en momentos muy difíciles, que patrulla por las calles de Madrid para acabar con los pistoleros, que cede su coche privado con chófer para llevar material de guerra al frente, que gestiona pasaportes para sacar de España a gente perseguida”.
25_negrinhJuan Negrín con Indaleció Prieto, quien le metió en el PSOE y luego lo expulsó
Jackson quiso “hacer justicia” al médico fisiólogo canario, dotado de una gran cultura y que hablaba diez idiomas, que poseía ya un renombre internacional como catedrático de Fisiología en la Universidad de Madrid, antes de participar activamente en la política de la II República como militante del PSOE, en donde ingresó en 1929 y de cuyas filas fue expulsado, ignominiosamente, en 1946. En las aulas madrileñas, Negrín había creado una escuela de Fisiología de fama mundial, con discípulos de gran prestigio, entre ellos dos científicos asturianos con los que también mantendría un estrecho contacto en el laboratorio de la mítica Residencia de Estudiantes: el Premio Nobel Severo Ochoa y Francisco Grande Covián, propuesto también para el Nobel durante sus años en EE.UU,  al que pidió se hiciera cargo de la cátedra cuando se vió obligado a involucrarse de lleno en las labores del Gobierno, “por patriotismo y por disciplina”… Y contribuyó poderosamente a echar por tierra las insidias lanzadas contra quien, profundamente decepcionado de la animadversión y hostilidad que su política de defensa de la República había generado entre algunos de sus antiguos compañeros, dejó escrito que en su lápida figurasen solamente sus iniciales J.N.L., como así se puede leer en su tumba en el cementerio parisino del Përe Lachaise. “No quiso estatuas ni que escribieran su nombre en su tumba”, ha recordado algunas veces su nieta, Carmen Negrín.
Con ese doble objetivo, el historiador norteamericano situó su biografía entre otras importantes obras que vieron la luz en los últimos veinte años. Entre ellas, la debida al dirigente comunista gallego Santiago Alvarez, “Negrín, personalidad histórica” (1995) y las de  los historiadores Ricardo Miralles, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco, “Juan Negrín. El hombre necesario”,(1996) y “Juan Negrín. La República en guerra” (2003), Enrique Moradiellos, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura, “Don Juan Negrín (2006), y Angel Viñas, catedrático de la Escuela Diplomática, al que se debe una amplísima producción sobre la II República, la última de las cuales de reciente aparición, “El desplome de la República: la verdadera historia del final de la guerra civil”(2011), escrita junto a Fernando Hernández Sánchez, profesor asociado de la Universidad Autónoma de Madrid y autor, a su vez, de un importante libro “Guerra o revolución. El Partido Comunista de España en la guerra civil” (2011), en el que la rica yy vigorosa personalidad del presidente Juan Negrín aparece dibujada con sus verdaderos perfiles.
Gabriel Jackson es autor también de otras obras pertenecientes a distintos géneros literarios: su autobiografía, “Memoria de un historiador (2001), el ensayo “Civilización y barbarie”, (2004), la novela “A pesar de los pesares”,(1992) y una biografía novelada de uno de sus compositores preferidos “El difunto kapellmeister Mozart”(1991 -2007). Su acercamiento a la obra del genial Amadeus es fruto de otra de sus pasiones. Estudió música de joven y durante las casi tres décadas en vivió en Barcelona  tocó la flauta travesera  en público. No en vano, el genial compositor de Salzburgo perteneció a una de las corrientes más importantes del pensamiento progresista de su tiempo, la masonería, un movimiento de posee una gran  implicación con la música, entendida como una de las siete artes que proporcionan el equilibrio, una cualidad de la que el historiador Gabriel Jackson ha sabido dotar a todas sus obras.
Rodrigo Vázquez de Prada y Grande || Crónica Popular

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