domingo, 27 de mayo de 2012

HABLANDO DE NEGRÍN CON GABRIEL JACKSON


En realidad debiera titular esta entrevista: Un par de horas escasas, sólo un rato, hablando de Juan Negrín con Gabriel Jackson, y por eso advierto al hispanista del poco tiempo del que vamos a disponer para poder charlar y enseguida dice estar dispuesto y que prefiere hablar en español. Mientras mis compañeros salen en busca del coche que hemos dejado en el aparcamiento, apoyados en el capó de un automóvil negro hablamos un poco por encima de la situación internacional, del trampantojo del dinero y dice estar muy de acuerdo con la visión de José Luis Sampedro, quien asegura que lo que está sucediendo es tan profundo como evidente y que no es sino una manifestación de la lucha de clases (Crónica Popular. A la luz de José Luis Sampedro. 14/12/11). Y pronto nos adentramos en la figura que le trae a España: Juan Negrín.
25_jacsonhLo que está sucediendo es tan profundo como evidente y no es sino una manifestación de la lucha de clases. ©Javier del Valle
España no ha sufrido precisamente una plétora de figuras políticas valiosas en su historia, según yo lo veo. Y Negrín fue uno de esos pocos políticos preparados, con carácter, valiosísimo para su época. De entre sus colegas contemporáneos sólo considero a su altura a Manuel Azaña, Vicente Rojo, Manuel de Irujo, Lluis Companys, Josep Tarradellas y pocos más. Dentro, naturalmente, de esa visión que tenemos algunos historiadores sobre la guerra civil española y la República. Yo diría que me encuentro en el grupo de los Semprún, Pradera, Preston, Carr… supongo que me entiende. Tuve noticia de esa guerra cuando era muy joven, tenía 15 años en 1936, mi padre era socialista y mi hermano mayor comunista. Y aquí me tiene hoy, viniendo a Valladolid desde EE.UU  para reunirme con la nieta de Negrín, quizá para hablar, entre otras cosas, del destino del archivo de su abuelo que tiene la familia a su cuidado en la ciudad de París.
Llevamos un buen rato esperando que lleguen mis compañeros con el coche, pero resulta que lo han perdido, me dicen. Les veo ir de una planta otra, nos ha equivocado un ascensor de este laberinto que es la T4… Pero Gabriel Jackson parece estar cómodo apoyado en el coche y seguimos la charla sobre Negrín. ¿Por qué Negrín y no otro?
Fue un verdadero hombre de acción y también un intelectual, quizá más vocacionalmente europeo que la mayoría de sus colegas españoles
Siempre me han interesado las personas, políticos o intelectuales, que tratan de tener y proyectar una gran visión global de la acción social y política posible, de aquellos que ven otras alternativas por encima de sus propias convicciones y paradigmas de los tiempos que les han tocado vivir. Exactamente igual que, aunque creo que el deber principal de un historiador es relatar los hechos y acontecimientos tal y como fueron, no está de más que también investigue e informe de los caminos en los que pudo desviarse la historia, porque no creo en la irreversibilidad ni en la inevitabilidad de ciertos acontecimientos, y por esto me interesó enseguida, y me sigue interesando, la figura de Juan Negrín. 
Sin embargo, su tesis doctoral en la Universidad de Toulouse la dedicó a otro español, el “regeneracionista” Joaquín Costa, del que el pasado año se cumplió el centenario de su muerte… 
A principios de los años 50 escribí en la Universidad de Toulouse mi tesis doctoral sobre Joaquín Costa, otro español colosal con una actividad gigantesca y enormemente útil. Yo recomiendo la lectura de Costa a los que quieran entender la España de finales del siglo XIX, es francamente indispensable. En aquellos años en los que yo estudié a este pensador regeneracionista aún era un poco pronto para establecer distancia real con los acontecimientos que a mí me interesaban tanto, me refiero a los  sucedidos en España a consecuencia de la guerra civil. 
Otro hispanista norteamericano, Stanley Payne escribió que, al final de la guerra civil,  no había personaje más vilipendiado y odiado en España que Juan Negrín. Y parece que ese odio provenía tanto de los franquistas como de una parte de los republicanos, incluidos algunos de sus compañeros socialistas… 
A pesar de su claro agnosticismo, no compartió nunca la tendencia anticlerical tan típica de las izquierdas españolas
Ya entonces la figura del doctor Negrín era malentendida y en aquellos años inmediatamente posteriores al fin de la Guerra Mundial, especialmente manipulada. Juan Negrín se presentaba como representante máximo de la España republicana en el exilio, de esa España que él hubiera querido mantuviera más tiempo la resistencia contra el fascismo. Negrín fue reconocido internacionalmente por su insistencia en “la confianza en la resistencia” contra los fascistas. Reconocía en la prensa internacional y ante sus colegas que la República no podría ganar la guerra sin un cambio radical en la política de Francia y el Reino Unido. Y hasta la breve conquista de Teruel por los republicanos, seguida casi a continuación por la pérdida de esta ciudad y la marcha triunfal de “los nacionales” hasta el Mediterráneo, en abril de 1938, Azaña y Prieto confiaron también en esta resistencia, pero a partir de la primavera del 38, ambos, y un número cada vez mayor de políticos y militares, dejaron de creer en la resistencia como base del éxito final.
25_jacsonh2Jackson señala que Negrín fue uno de esos pocos políticos preparados, con carácter, valiosísimo para su época. ©Javier del Valle
En esa extraña alianza de golpistas y republicanos contra Negrín, se le acusó de prolongar innecesariamente la agonía de la República 
 Se empezó a decir que esa cerrazón de Negrín estaba causando miles de muertes inútiles. Pero, aún después de la caída de Barcelona y de la fuga a través de los Pirineos del tal vez medio millón de personas entre soldados y civiles, después de la ocupación de la frontera pirenaica por los franquistas y del reconocimiento diplomático del gobierno de Franco por parte de Francia y del Reino Unido, aún después de tanta derrota, Negrín seguía insistiendo en mantener la resistencia en el sureste republicano, cuando ya la mayoría de sus oficiales se negaban a creer en ello como estrategia político militar. Más tarde, cuando todo el mundo debió de aceptar que la intervención de la URSS y de Stalin contra el fascismo y el nazismo fue vital y definitiva, intervención solicitaba por Negrín tanto para España como para Europa, esa misma gente tuvo que pasar la vergüenza del reconocimiento del error y reconocer que Negrín llevaba razón con sus planes de resistencia, y que Stalin también, pero nunca lo reconocieron. 
CARÁCTER Y POLÍTICA EN LA VIDA DE JUAN NEGRÍN
Por fin aparecen mis compañeros con el coche; montamos la maleta del señor Jackson (con muchos libros a juzgar por el peso) y nos encaminamos hacia la Estación de Chamartín. Le vamos explicando que estamos en San Isidro y que por eso la poca circulación y ausencia de agobios de tráfico, pero él está ya al tanto de todo lo que podamos contarle sobre la ciudad. Nos habla del Madrid que él conoció antes que nosotros, en cualquier caso mucho antes que yo, mientras va mirando a un lado y a otro de la ventanilla. Luego sigue hablando despacio, recordando al personaje, quizá repasando lo que contará de él en Valladolid.
Negrín fue reconocido internacionalmente por su insistencia en “la confianza en la resistencia” contra los fascistas
Hay que tener en cuenta que antes de la llegada de la República a España, Negrín ya era un prestigioso fisiólogo y médico. Nació como saben en el seno de una familia canaria acomodada por parte de madre y aunque su padre provenía de una familia modesta enseguida se hizo con una fortuna a través del comercio internacional y de la compra venta de terrenos y bienes inmobiliarios. Ya su padre tenía ese mismo don para la gestión comercial que, creo yo, desarrolló también más tarde Juan Negrín , su primogénito, quien primero estudió en las universidades de Kiel y de Leipizg y, más tarde, se doctoró en medicina. Después de haber finalizado sus estudios permaneció cuatro años más en Alemania, trabajando conEwald Hering y como ayudante de laboratorio del gran fisiólogo Theodor von Brucke. Aprovechando su gran talento para los idiomas, tradujo artículos franceses para publicaciones alemanas y artículos alemanes para publicaciones españolas. Desde que volvió a España, en 1916, hasta que salió elegido diputado, desarrolló una fructífera carrera como profesor de fisiología, promotor y organizador de proyectos civiles como el de la Escuela de Medicina de la universidad madrileña y también como consejero de la comisión encargada de la construcción de la Ciudad Universitaria de Madrid. Durante ese tiempo fue también jefe de laboratorio de análisis médicos, total, un verdadero hombre de acción y también un intelectual, quizá más vocacionalmente europeo que la mayoría de sus colegas españoles. 
Negrín  ingresó en el PSOE de la mano de Indalecio Prieto, que representaba el ala socialdemócrata del partido socialista y que, años después, fue precisamente quien pidió y organizó su expulsión…
En 1929 ingresó en el Partido Socialista Obrero Español más que como marxista teórico, que no lo era, por convicción de que el PSOE sería el único partido capaz de modernizar la vida económica y política española. Como el socialismo español estaba dividido claramente entre los seguidores de Julián Besteiro, quienes pensaban que la República había llegado para los españoles demasiado pronto, antes de que la clase obrera estuviera preparada para gobernar y los del grupo de Francisco Largo Caballero, que creían que se debía instaurar una revolución colectivista, menos autoritaria que la soviética, aunque  depositando el poder definitivo en manos de la clase obrera, Negrín se situó claramente a favor del grupo de los socialdemócratas de Indalecio Prieto, quien creía que había que favorecer el sistema parlamentario español al estilo de como se hacía en los países escandinavos gobernados por socialdemócratas; porque Negrín estaba a favor de un gobierno civil y democrático, con desarrollo preferente de los servicios sociales, las obras públicas y la educación universal. Desde el principio de su vida política en las Cortes Españolas mantuvo constante contacto con sus estudiantes más avanzados, tratando de alternar sus labores parlamentarias con sus investigaciones científicas y con las clases académicas, que fue poco a poco abandonando, sobre todo a partir del año 1933. 
25_jacson_vaerGabriel Jackson, a su llegada al Aeropuerto de Madrid-Barajas. ©Javier del Valle
Hemos llegado a Chamartín. Mientras mis compañeros acuden a la ventanilla correspondiente para hacerse con el billete que tienen previamente ya anotado y con el código de barras y por no sé qué arte de “birlibirloque” que me explica Javier, pero que no entiendo, enseguida obtienen el billete, todo con prisa pero sin mayores problemas. Así que don Gabriel y yo nos sentamos en los asientos instalados en paralelo a los enormes paneles informativos de trenes que van y vienen sin parar y veo que se fija en el suyo, destino Valladolid, y que asiente señalándomelo. La verdad es que demuestra una confianza absoluta en nuestras gestiones (que finalmente le traerán una azafata amabilísima que le acompañará hasta su asiento en el tren). En fin. Reanuda sus explicaciones sobre Negrín, sabiendo que nos queda menos de la mitad del tiempo con el contábamos de principio y como entiende mi prisa, de manera paciente y encantadora sigue con ello, con Negrín. Y  en varias ocasiones lo cita, como si fuera contemporáneo suyo, como doctor Negrín:
Representó al PSOE en muchas conferencias internacionales, el enorme talento que tuvo para los idiomas y su reputación como científico fueron muy útiles al partido. En los debates parlamentarios apoyó siempre el desarrollo de la educación de ambos sexos a todos los niveles; el sufragio universal, incluyendo a las mujeres; las obras públicas; la reforma agraria, y la separación efectiva de Estado e Iglesia. Y, a pesar de su claro agnosticismo, no compartió nunca la tendencia anticlerical tan típica de las izquierdas españolas y, cuando en los años 1937-38 fue Primer Ministro, apoyó al Ministro del Interior, Manuel de Irujo, en sus esfuerzos por conseguir la apertura de las iglesias en la zona republicana y el restablecimiento de la práctica normal del catolicismo y de sus ritos, aunque siempre obtuvo el más absoluto rechazo por parte de los negociadores del Vaticano para colaborar con el gobierno republicano español.
EL ORO DE MOSCÚ
A esta altura de la conversación, y viendo que el tiempo se nos escapa decido hablarle directamente del “oro de Moscú”, ese  famoso asunto y la enorme controversia que ha provocado siempre entre los expertos, fundamentalmente hasta que Santiago Álvarez y los historiadores Ángel Viñas y Fernando Hernández escribieron sobre ese asunto más extensa y pormenorizadamente. Le cito las descripciones del asunto de la integridad de Negrín escritas por el anarquista Diego Abad de Santillán, entre tantos otros. Verdaderamente descalificatorias… 
Sí, conozco todo eso, pero él nunca devolvió los chismes con chismes contra sus detractores, ni historietas contra sus enemigos. Tenía mucho sentido del humor, pero no era hombre de chismorreos a pesar de que siempre se vio envuelto en historietas moralistas, muy típicas en España, sobre sus supuestos banquetes pantagruélicos y devaneos sin fin con mujeres de vida fácil. Pocos hablaban, sin embargo, de su enorme coraje. A pesar de su posición, y por conseguir armas en Francia -sabiendo de la oposición de parte de los militares de ese país- y seguir manteniendo el contacto directo con los políticos franceses favorables a la República Española, arriesgó su vida en varios vuelos secretos. 
Gran parte de las acusaciones que se vertieron contra él tienen que ver con su papel como Ministro de Hacienda
Durante la dictadura del general Franco hubo mucha propaganda falsa sobre el papel de Juan Negrín como Ministro de Hacienda en el gobierno de Largo Caballero. Dicen que Negrín fue “comunista” o títere de comunistas, de Stalin, más concretamente. Se decía, por ejemplo, que personal y arbitrariamente Negrín había decidido enviar las reservas de oro del Banco de España a Moscú. Y no fue así. La misma semana posterior al 18 de julio, Italia, Alemania y Portugal ya habían comenzado a ayudar masivamente a la insurrección de los generales rebeldes. El gobierno de Londres había aconsejado a los bancos e industrias británicas no aceptar ningún tipo de relación comercial con la España republicana. El gobierno de José Giral, puramente republicano, vivía con desesperación esta situación financiera y comenzó a exportar oro del Banco de España a Francia, aunque enseguida, debido a la presión británica y a la de los partidos derechistas franceses, no hubo voluntad ninguna de ayuda por parte del Frente Popular francés al Frente Popular español. En septiembre de 1936 la opinión pública republicana española insistía en configurar un gobierno más representativo de las izquierdas republicanas (con socialistas, comunistas y anarquistas) que el de Giral. 
Se ha dicho que la trasferencia de las reservas en oro a Rusia fue un proyecto exclusivamente de Negrín, pero contó con el acuerdo correspondiente del Presidente de la República, Manuel Azaña, del Presidente del Gobierno, Francisco Largo Caballero y del Ministro de Defensa, Indalecio Prieto; Sus firmas aparecen en todas las notas de exportación
En ese marco tan hostil hacia la República española el único país que prestó su apoyo al Gobierno de Madrid fue la Unión Soviética
Ese mismo mes, la Unión Soviética, que en agosto había decidido aceptar la propuesta franco-inglesa de “no intervención”,  se veía obligada a comunicar a Londres que no respetaría la no intervención o que no lo haría más o menos que otros países, refiriéndose a la ayuda plena ítalo alemana al general Franco. Estando así las cosas, Juan Negrín, como Ministro de Hacienda pensó en la posibilidad de utilizar la reserva de oro para financiar la defensa de la República española. Stalin, con todas sus crueldades y locuras, entendía el esfuerzo que la clase media y la trabajadora no fascista española había hecho para tratar de modernizar España y en sus comunicaciones con Largo Caballero y con el Partido Comunista Español siempre se mantuvo firme en la defensa de los objetivos democráticos de los países occidentales. Y hasta el año 1939 siguió tratando de crear un eje antizani formado por la URSS, Francia y el Reino Unido. 
Durante muchos años se afirmó que la decisión de enviar el oro a la URSS fue única y exclusivamente de Negrín, en su calidad de Ministro de Hacienda
Se ha dicho que la trasferencia de las reservas en oro a Rusia fue un proyecto exclusivamente de Negrín como ministro de Hacienda, pero contó con el acuerdo correspondiente del Presidente de la República, Manuel Azaña, del Presidente del Gobierno, Francisco Largo Caballero y del Ministro de Defensa, Indalecio Prieto. Sus firmas aparecen en todas las notas de exportación preparadas personalmente por el Ministro Negrín, gran conocedor de asuntos financieros, incluso por encima del de los consejeros soviéticos. Como decía antes, todos aquellos países que no creyeron en ese eje ruso, francés y británico contra el ascenso del nazismo tuvieron sólo cinco años después que pasar por la vergüenza de depender de la URSS para salvar sus países durante la II Guerra Mundial. Esa vergüenza ha colaborado en la falsificación, no sólo española, de la acción de Negrín tratando de evitar esa guerra contra el fascismo y el nazismo.
Llegan mis compañeros de Crónica Popular con una señorita azafata que literalmente me arranca de la conversación al profesor emeritus de historia en la Universidad de California, San Diego, a mister Gabriel Jackson, aunque aún le da tiempo antes de irse definitivamente de darme algunos datos “por si me pudieran interesar”, dice. Le acompañamos hasta donde nos dejan, y vemos que un poco más allí se gira y nos saluda con amabilidad sincera antes de colocarse la gorrilla de beisbol cruzada, a lo Charlie Brown. En uno de los correos que Rodrigo Vázquez de Prada se ha cruzado con el historiador David Ruiz a propósito de este viaje de  Jackson, he leído que le dice que …”al volar hacia Barcelona desde Villanubla, GJ me reiteró el agradecimiento por vuestra acogida en el aeropuerto.”
Octavio Colís. Crónica Popular

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