lunes, 7 de mayo de 2012

SOCIALISMO Y EDUCACIÓN.


Antonio Rodríguez Rubio
Desde mi punto de vista, hay que estudiar un poco más y creerse menos de lo que nos dicen o cuentan; al fin y al cabo, la mayoría de las cosas, no son lo que deberían ser; son sencillamente: cuentos.
Aunque nuestro punto de actuación sea local, nunca deberíamos quedarnos en lo local, sería bueno para las personas de izquierdas pensar siempre en universal. 
Estimo que nacionalismo y socialismo, son cosas contrapuestas. Eso no quita para que se aplique el principio federativo. Sin asimetrías. El socialismo que es igualdad, ha de darse en todo.
Dentro del socialismo, caben todas nuestras propuestas. Y es que el socialismo ha de dar soluciones a cuantos retos se nos pongan en el camino. El socialismo por ejemplo, ha de prestar una enorme atención a la ecología; sencillamente, hay que dejar un mundo parecido al que recibimos; es el futuro de nuestros descendientes como nuestros descendientes mismos.
En el socialismo, no es que quepa, es que se debe dar y exigir una educación laica de calidad.
En el socialismo, no es que quepa, es que se debe dar y exigir una sanidad universal y de calidad.
El socialismo, es más dar y exigir. Un socialista auténtico, hará las cosas porque esta doctrina abrazada así lo demanda, sin esperar contrapartidas personales. Cuando por sus actuaciones se beneficie la sociedad en su conjunto, el socialista auténtico se verá compensado.
En el socialismo, las decisiones se toman colegiadamente, nadie puede anteponer el yo al nosotros. Los que ocupen los puestos más altos dentro del organigrama del partido, deben tener en cuenta en todo momento que son unos simples servidores de la colectividad. Cuando la democracia se corrompe, surge la oligarquía. Hoy y lamentablemente, vemos demasiado oligarca en las cúpulas de los partidos que conformarían las izquierdas. Corresponde al comité trazar las líneas de actuación y luego los representantes las ejecutarán; no viceversa.
El modelo socialista, se quebró cuando se erigió un dictador que anuló las funciones del comité. No es bueno caer en personalismos que nos llevarán ineludiblemente a una dictadura. El culto a la personalidad, es el fracaso en sí mismo. Todos somos necesarios y nadie es indispensable.
Las sedes de los partidos de izquierdas, deben ser un aula de estudio permanente; conocer a ciencia cierta la doctrina que abrazamos. No valen cuatro consignas que se caerán por su propio peso sin tardar mucho tiempo. Lo que fue válido en un tiempo determinado, quizá no sea válido en otras circunstancias. La formación socialista, ha de ser causa principal. No se trata de que en el sistema público de enseñanza se contemple la formación socialista, pues si alejamos todo dogmatismo de la escuela pública, también se habrá de alejar el dogmatismo socialista.
Decíamos antes, que el socialismo debe dar y exigir una educación laica y de calidad; deberemos aprender de la II República española o: “De las letras”. La situación económica del Estado heredada por la II República Española, era catastrófica; sin embargo, conscientes de la importancia de que la educación pública es causa principal, realizaron un esfuerzo titánico y floreció una red de centros dotados de maestros magníficos que dieron frutos extraordinarios. Ese ha de ser el fin. Solo a través del conocimiento conseguimos la plena libertad. El doctor José Antonio Marina Torres, nos dice que en lugar de un Ministerio de Educación, tendría que haber un organismo autónomo como es el Banco de España que se ocupara de la educación sin injerencias del político de turno. Pero conscientes de que quien maneja la educación maneja las mentes, los políticos actuales de toda tendencia, no quieren deshacerse de esta herramienta de alienación. A una Ley de Educación mala, le sucede otra peor. Lo peor para la enseñanza pública ha sido el denominado: “Plan Bolonia”. Por este plan se transfiere la universidad a la empresa privada.
Se trata de que el socialismo como otras doctrinas, se transmita a través del convencimiento y no por la imposición. Por esto, es precisa una formación como socialista para las personas que abrazan esta doctrina. Para convencer, son precisos sólidos conocimientos. Así, lo que escapa de la enseñanza de otros conocimientos en la enseñanza pública, será completado en la sedes de los partidos de izquierdas. Se trata de razonar.
Afortunadamente para nosotros, aparte del citado José Antonio Marina que es actual, tenemos a Francisco Giner de los Ríos y Francisco Ferrer y Guardia. Si estos no fueran suficientes, el francés Célestin Freinet. Magníficos pedagogos. Con el triunfo de los golpistas, buenos maestros de la II República Española que no fueron depurados por la muerte o la exclusión, marcharon al exilio de Hispanoamérica llevándose consigo su buen hacer. Los que quedaron, se plegaron al poder y aplicaron las consignas emanadas del mismo. El adoctrinamiento llevado a cabo durante décadas, pesa demasiado para esta seudodemocracia.
El socialismo, es una filosofía de vida; nunca debería ser una pose.
Un día que relataba a una entrañable amiga las bondades de mi curita, me hizo esta pregunta: ¿Era bueno por ser cura o era bueno como persona? No tuve por menos que contestar que por buena persona. Él hábito no hace al monje.
Son muchos los que se amparan en un carné para mostrar su militancia. Luego y pasado el tiempo, hemos visto a dónde nos llevó su militancia de carné. Me parece estupendo que uno sea socialista por seguir una tradición familiar; será señal inequívoca de que sus deudos se aplicaron bien en su educación política. Pero luego estamos los conversos, que a decir de muchos, somos los peores. Mi llegada al socialismo fue tardía. Pero fue fruto del conocimiento y no de tradición, la mía fue nacional-católica; cuando conocí la historia real y no la que me había contado el régimen franquista, no tuve por menos que abrazar una doctrina social. Aunque bien mirado, quizá he sido socialista toda mi vida sin saberlo. Mi paso por los supuestos partidos de izquierdas, casi me resulta traumático, ¿de qué me servía un carné? Por amor a una ideología, cuando los que dirigen una determinada opción de izquierdas no consiguen que el mensaje cale en la sociedad, deberían marcharse sin esperar a que las circunstancias los echen. Con tristeza comprobamos que no es el caso; el “conmigo o contra mí”, está demasiado presente en las oligarquías de poder. Los conversos, somos mucho más críticos; nuestra conversión nos ha traído numerosos trastornos; para ser de derechas aplicando doctrinas neoliberales, me podía haber quedado en la derecha y me hubiera ido muchísimo mejor en lo económico por lo menos; no hubiera padecido acoso laboral. 
Demasiadas veces se nos llena la boca al decir: “Democracia”, de nada sirve si dentro del propio partido no se dan las condiciones para una verdadera democracia; “Justicia si pero no por casa”, que reza el dicho. La democracia se queda fuera al franquear la puerta de la sede en muchas ocasiones. Una persona un voto. ¿Acaso lo que vale para un país no es válido para una formación política? Es que parece como si del libro de Nicolás Maquiavelo “El Príncipe”, solo se hubieran quedado con la parte mala.
En este año de tormentas solares, la tormenta de la extrema derecha se está cerniendo sobre la vieja Europa. Algo se debe haber hecho mal para que se dé esta catástrofe; lo inevitable, son las tormentas solares. Cuando las cúpulas oligárquicas han hecho dejación de sus obligaciones, crece el descontento social y el voto de castigo. No es baladí. Si en un tiempo pretérito la socialdemocracia era la que gobernaba Europa, hoy apenas si queda algún país donde de una forma matizada se esté dando. La cesión al neoliberalismo es la seña de identidad de los partidos socialdemócratas en los últimos tiempos. Parece como si todo fuera el resultado de un plan estratégicamente urdido por los neoliberales. Para los socialistas, no debería valer el: “Y tú más”. Podemos contemplar los planteamientos neoconservadores, no para justificar el neoliberalismo, sino para combatirlos. Los años 70 y 80 del siglo XX, han sido el comiendo del desmantelamiento del estado social para llegar a esta aciaga segunda década del siglo XXI. Si el triunfo del neoconservadurismo ha sido tan aplastante; ¿qué hacían entre tanto los supuestos partidos de izquierdas?, ¿de qué sirve la Internacional Socialista?
Son muchas las veces en que los hijos pagan los pecados de los padres. Se conoce a esta generación como: “La generación perdida” (otra vez una generación perdida). La generación mejor preparada de toda la historia de España, lo va a tener mucho peor que lo tuvieron sus padres. Es tremendo el retroceso social sufrido en un par de décadas.
Estamos asistiendo a un tiempo en que las profecías se hacen sobre lo pasado. Los sociólogos oficiales, se limitan al análisis social del momento sin aportar salidas, luego, están los sociólogos de futuro; los que partiendo del análisis de la realidad social inmediata, nos dan las pautas ideológicas para salir del atolladero; no interesan, son: neomarxistas.
Lo que hoy padecemos, viene motivado por la dejación, por el abandono de la lucha. Se ha vendido la falacia del: “Estado del bienestar” y como en otros bienes de consumo, se ha comprado. Nos vendieron humo y compramos humo. De resultas, una humanidad en la miseria.
Decíamos antes que el socialista necesita una formación como tal. De haber tenido una férrea formación socialista, no nos habríamos dejado llevar por los cantos de sirena. Pero es que quizá las cúpulas oligárquicas socialdemócratas lo que pretendieron fue eso. A ningún dogmático gusta que contradigan su dogma. La izquierda a la izquierda de la socialdemocracia, tampoco ha estado atenta a su cometido; cuando los socialdemócratas se tornaron neoliberales, los de esta izquierda se tornaron socialdemócratas; no ha habido izquierda tradicional en estas décadas. Cada vez más en la vieja Europa se caminaba más hacia el modelo bipartidista de los estadounidenses; a su misma confección política de ideologías. Ha faltado formación para aplicar la razón a la evolución de las cosas.
Sabemos que hay socialistas que viven de manera visceral su militancia; desde luego no habría que reprocharles nada, son así de espontáneos. Imaginémoslos con una buena preparación.
Si dentro del sistema de educación pública no deberíamos dejar  que se perdiera ni uno solo de los grandes genios que salen de nuestras facultades, de la misma manera deberíamos aprovechar ese empuje mostrado por la militancia. Una militancia que en los últimos tiempos está muy alejada de sus cúpulas y eso se traduce en la retirada del voto.
No se trataría de lavado de cerebro, no, ni mucho menos; se trataría de ampliar conocimientos para obligarnos a utilizar la razón. Lo otro es gastar la pólvora en salvas.
Creo que con Jean-Jacques Rousseau se inicia el pensamiento social moderno. Para la educación: “Emilio”; para lo social: “El contrato social”. Todos los filósofos sociales posteriores, han bebido de sus fuentes. El contrato social en Rousseau se establece entre el pueblo soberano y sus gobernantes; no es como en Hobbes que se establece en relación de súbditos, entre los súbitos y la corona. Ciudadanos frente a súbditos. La Revolución Francesa dio paso al estado moderno. Es que es bueno ir al génesis de las cosas. Como en Francia funcionó la guillotina, ha servido para épocas posteriores.
Suscrito un contrato social entre la militancia y sus dirigentes, cuando los segundos rompen ese contrato; ¿a qué obliga a los primeros? Yendo al ámbito nacional o supranacional; cuando los que gobiernan han roto el contrato social pasando de ciudadanos a súbditos los gobernados; ¿que obliga al pueblo otrora soberano?, ¿ha de cumplir ese contrato? Así, se debería dar la baja colectiva para militantes de partidos y la desobediencia civil para los estados.
En asuntos políticos como para el resto de asuntos de nuestra vida en comunidad, es precisa:
EDUCACIÓN, EDUCACIÓN Y EDUCACIÓN.

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