jueves, 21 de marzo de 2013

ALGUNAS CUENTAS DEL MINISTRO MONTORO

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Cristóbal Montoro. Ministro de HACIENDA

Hagamos un par de cuentas sencillas.
Según los cálculos oficiales publicados recientemente, a lo largo de 2012 se consiguieron recaudar por actuaciones de control tributario 11.517 millones de euros. Dejemos de lado si la cifra es o no exacta. No carece de todo rigor el método que se usa para su determinación. Démosla por buena.
En el Plan de Control Tributario para 2013 que esta semana ha aparecido publicado en el BOE se calcula que para este año se recaudará alrededor de 9.130 millones de euros. Es decir, 2.387 millones de euros menos de lo que, de hecho, se logró ingresar el año pasado.
Puede antojarse extraña tan poca ambición en las cifras de este ejercicio, en cuya segunda mitad, además, el Gobierno presume que habrá por fin un tibio inicio de recuperación económica, lo que habría de propiciar una elevación de ingresos fiscales. La trampa podría estar en fijar una cifra demasiado baja para después presumir de haber superado las previsiones con facilidad. Pero demos también esta cantidad por auténtica, y creamos la justificación del Gobierno, que dice que ha preferido ser modesto en sus pronósticos por la reducción de personal a que la crisis ha obligado a atenerse a la Agencia Tributaria, como al resto de administraciones públicas.
Y ahora hagamos dos cuentas, creyendo, repito, a pies juntillas, en la sinceridad del señor Montoro.
En primer lugar, haciendo uso únicamente de la mitad de lo que el Gobierno renuncia a recaudar para este año, ¿cuántos trabajadores nuevos podrían contratarse en la Agencia Tributaria? Tiremos por arriba en su coste, con el fin de que quede muy por debajo el número, para que no digan que exageramos. Supongamos que un técnico de Hacienda tiene un coste medio anual de 40.000 euros (entre salario bruto y costes sociales, lo que, por cierto, es mucho suponer). Imaginemos que todos los contratados son técnicos, ni inspectores, que son más caros, ni auxiliares administrativos, mucho más baratos pero también muy necesarios en el apoyo burocrático a la investigación tributaria.
La mitad de lo que se renuncia a recaudar -previsiones del propio Gobierno- son 1.193 millones de euros. Con ese dinero se podrían contratar nada más y nada menos que 29.837 técnicos de Hacienda nuevos, a razón de 40.000 euros anuales de coste por cabeza. En la actualidad, la Agencia Tributaria dispone en toda España de unos 26.000 trabajadores (inspectores, técnicos, agentes, administrativos y hasta ordenanzas incluidos), cinco veces menos que la Hacienda Pública francesa, por poner un ejemplo cercano. Con la mitad de lo que deliberadamente el señor Montoro renuncia a recaudar se podría más que doblar el número de trabajadores de la Hacienda española. Imaginen todo lo que se podría conseguir con ese incremento de medios organizándolos convenientemente.
Pero cabe también hacer otra cuenta menos ambiciosa.
Supongamos que, simplemente, se mantiene el personal actual. De nuevo si creemos al Gobierno, que aprobó que para 2012 (y ya vamos con retraso) se cubriría el 10 % de bajas en los servicios de prevención del fraude fiscal, y considerando que el total de nuevo personal contenido en la Oferta de Empleo Público no va más allá del medio centenar, concluiremos que se prevé una pérdida de unos 500 trabajadores.
Imaginemos otra vez, para simplificar, que todos son técnicos (lo cierto es que la media de edad y las posibles jubilaciones entre auxiliares administrativos seguramente sea mucho mayor). Pongamos el mismo coste: 40.000 euros anuales.
Reponer el 100 % de las bajas, esos 500 trabajadores, no nos costaría más de 20 millones de euros. Con 20 millones de euros -creyendo todas las cifras y las explicaciones del Gobierno- salvaríamos la pérdida de 2.387 millones de euros.
Éstas son dos de las muchas cuentas que podríamos hacer para percatarnos de que cuando nos dicen que todo este suplicio persigue atajar el déficit público nos están tomando por tontos. Y que nos tomen por tontos tendría que molestarnos.
Para evitarlo, es bueno hacer las cuentas de vez en cuando.
Cronica Popular

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