jueves, 27 de junio de 2013

AAVV DE PUERTOLLANO. CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE MEJOR

Presentacion de los acuerdos de 2005 sobre presupuestos participativos
El movimiento ciudadano (las asociaciones de vecinos) se configuró como alternativa ciudadana de participación activa a finales de los 70. Tal fue su empuje que ciertos partidos políticos hicieron ímprobos esfuerzos por controlarlo y domesticarlo para que nada perjudicara a la “modélica transición”. A pesar de la intromisión partidaria, las asociaciones de vecinos resistieron y canalizaron activamente durante un tiempo las reivindicaciones vecinales sobre los problemas del barrio y/o el municipio.
Pero el poder local no había jugado su última baza: el control económico de las AAVV. Las sucesivas corporaciones locales, independientemente del alcalde de turno, invirtieron jugosas cantidades económicas en forma de subvenciones a cambio de una foto o del apoyo a su gestión. Cuando el dinero no era suficiente se recurría a las prebendas cortijeras en forma de trato de favor o a las inversiones en infraestructuras. Tal fue la apuesta que determinados presidentes parecían tener más poder que algún@s ediles del equipo de gobierno y desde su entronización vienen ofreciendo fuerte resistencia a los intentos de abrir puertas y ventanas para que entre aire fresco en el movimiento vecinal. Buena parte de las juntas directivas de las AAVV pasaron a ser funcionalmente unipersonales puesto que, bien por dejación de funciones o bien por interés expreso del presidente en cuestión, las reuniones se convirtieron en un mero formalismo y la Asociación de Vecinos pasó a ser el cortijo del presidente y sus acólitos.
El presidente de la Asociación de Vecinos pasó a ser infalible e incuestionable so pena de ser expulsado de la junta directiva y de negarte el acceso a los locales. El decidía, según fidelidades, como repartía las pequeñas prebendas del cargo: asistencia a viajes, comidas institucionales, figuración en actos públicos, plazas en cursos y talleres… pequeñas miserias que a algunos les parecían suficientes como para rendir pleitesía al pequeño cacique. En cierto barrio, el presidente aun decide a su albedrio cuando y para que usos se abren los locales de la Asociación de Vecinos. Las llaves de estos locales parecen ser de su propiedad desde hace años y guarda en su propia casa todas las copias. De aquellos polvos nos vienen estos lodos.
Hemos de valorar el intento por cambiar las cosas en el gobierno de coalición PSOE-IU de la primera legislatura de Hermoso Murillo. Con López Montero al frente de la concejalía de participación ciudadana se pusieron en marcha los presupuestos participativos y las asociaciones volvieron a cobrar cierta vida porque los vecinos volvieron a participar y tomar decisiones activas sobre inversiones y equipamientos en su barrio. Pero aquello duró poco porque los caciquillos de ciertos barrios se negaron a justificar en que habían gastado el dinero de las subvenciones recibidas y Hermoso Murillo les dio su apoyo frente a las exigencias planteadas por su concejal de participación ciudadana y socio de gobierno, López Montero.
La concejalía de participación ciudadana, como es de rigor para los fondos públicos, exigía justificar la última subvención recibida para acceder a las nuevas convocatorias. Buena parte de los presidentes se rebeló contra la medida y la pelea acabó con la renuncia de Izquierda Unida a la concejalía de participación ciudadana y la muerte prematura del modelo de presupuestos participativos. Por las cloacas de los intereses partidarios de nuestro ayuntamiento se fue también el resurgir del movimiento ciudadano.
Año tras año se fue descafeinando la experiencia de los presupuestos participativos hasta reducirlo a lo que pudo haber sido y no fue. De la participación vecinal se pasó a la participación de los presidentes y de esta a la no participación. Y ello es mérito de quienes han presidido las asociaciones y dirigido la FLAVE durante años. También tiene mucho mérito el actual alcalde, todo un defensor de la participación ciudadana.
Recientemente se ha seguido el modelo lampedussiano (cambiar para que nada cambie) en la renovación de la FLAVE. Es verdad que se ha cambiado la presidencia, pero lo cierto es que algunos presidentes de AAVV, imperecederos en el cargo, bloquean cualquier intento de cambio real. Pasan los años y ellos siguen aferrados al sillón de forma incomprensible. Lo que antaño fue un hervidero de ideas es hoy un erial, ya ni siquiera tienen subvención municipal y deben vivir de las cuotas. Ahora están pagando fidelidades de antaño, carecen de recursos y de apoyos pero, para algunos es suficiente con cortar la cinta en las fiestas del barrio y aparentar que son algo y tienen algún poder. Con lágrimas de cocodrilo repiten la cantinela de que nadie les da el relevo y lo cierto es son ell@s quienes bloquean interesadamente cualquier posibilidad de renovación.
Desde el cargo que ostentan deciden, sin contar con nadie, lo que interesa y no interesa al barrio y desatienden las llamadas a la movilización que les hacen de otros colectivos ciudadanos. Viven ajenos a la realidad y desconocen que los puertollaner@s reclamamos protagonismo ante la grave crisis institucional y socioeconómica que nos afecta. Desde la FLAVE están bloqueando que otras experiencias del movimiento ciudadano, también otras asociaciones de vecinos, puedan tener contacto directo con los vecinos de sus barrios para impulsar una movilización colectiva que cambie el rumbo a nuestro negro destino. Deben saber que el cambio llegará a todos los ámbitos institucionales y públicos, incluida la Asociación de Vecinos en la que están refugiad@s. ¡Cuando sus propios vecinos llamen a la puerta no les podrán negar la entrada! Entonces, cuando esto ocurra, habremos recuperado el espíritu de las pioneras asociaciones de vecinos y volveremos a tener participación ciudadana.

Plumaroja. 

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