miércoles, 5 de junio de 2013

SOPLAN VIENTOS UNITARIOS EN LA IZQUIERDA

La sociedad demanda a la izquierda real que se una.
Corren por el país, por nuestro castigado y doliente país, vientos de unidad, vientos de convergencia de las izquierdas empujadas por el hastío creciente de la población que ve cómo, día tras día, se van licuando derechos duramente conquistados, se dilapida aceleradamente todo el capital de lo público, se desguaza la sanidad, se empeora la educación, se expolia la vivienda, se vincula a los hombres a una hipoteca en similares condiciones a como en tiempos remotos se vinculaban los hombres a la gleba. Es decir, la ciudadanía observa con mirada de cierta resignación en unos casos, cómo nuestro país, acompañado de buena parte ¿todos? los países de “nuestro entorno” entra en el túnel del tiempo encaminándose, no hacia la bucólica y feliz Arcadia, sino a los remotos tiempos de la servidumbre y el sometimiento a la casta oligárquica.
Pero ahora estamos en el camino de vuelta. Ahora, el capitalismo, cautivo de los limites de una avaricia de la que no puede zafarse y estrangulado por la polarización social, encamina sus negocios hacia el saqueo de los servicios públicos, cuando la ingente acumulaciones de riquezas por unos pocos socava la capacidad de compra de las mayorías, cuando las nuevas tecnologías multiplican la capacidad productiva de las empresas y estas, en  lugar de compartir los beneficios de la productividad con la sociedad, y en primer lugar con sus propios trabajadores, encamina sus recursos al enorme casino del capitalismo financiero global. Ahora cuando las tecnologías aportan un capital extraordinario de soluciones y desarrollos al proceso productivo que podría redundar en ingentes beneficios sociales. Ahora, cuando todos esos avances evidencian logros reales que hasta hace cuatro días solo cabían en la utopía de la ciencia ficción, el capitalismo hace una pirueta y dice que quiere más, que los trabajadores de toda laya cobran mucho dinero y tienen muchos, demasiados, derechos, que el contrato ideal “para afrontar la dureza de los tiempos” es el modelo que ya tenía la sociedad en tiempos de la servidumbre feudal. Glorioso y deseado paraíso para el capitalismo moderno.Ese movimiento de traslación rompe la trayectoria natural e irreversible, en paulatino pero sostenido ascenso, a la que como hecho natural, se habían adaptado nuestros esquemas mentales. ¿El Capitalismo?, si bueno, genera injusticias, pero mira, ¿cuándo soñaron nuestros abuelos con cambiar de coche cada dos por tres, o tener pisos de 70 m2 para cada familia, llevar a los hijos de los trabajadores a las universidades o ir de vacaciones a Punta Cana? ¡Nunca! El progreso es evidente, no hay más que asomar la cabeza por la ventana. Se ve y, si se quiere, se toca.
Aniquilar este ciclo regresivo
Ese ciclo regresivo ha de detenerse, pero no solo ha de detenerse. Ha de aniquilarse. Las garantías de futuro para las generaciones presentes, pero sobre todo para las generaciones venideras, no es otra que la democracia radical, el respeto a los derechos humanos, el control ciudadano a través de bien diseñados sistemas de control y supervisión, de todo el proceso productivo, de forma que seamos las ciudadanas y ciudadanos los que en cada momento decidamos como, cuando y que se ha de producir. Obviamente todo esto es incompatible con el capitalismo. Y en este proceso, los hombres y mujeres de este principio de milenio están, lo quieran o no, directamente implicados, podría incluso decirse que por razones de elemental supervivencia, y es evidente que en esas condiciones el pasteleo y las medias tintas solo son un estorbo. El futuro solo puede ser fruto de la ruptura con el presente, la democracia radical y la hegemonía de los ciudadanos, superando el estado de postración al que los somete el sistema oligárquico dominante. De ahí la necesidad imperativa de desarticulación de la oligarquía.
Para esa ingente pero ineludible tarea es imperativo, también, una ingente acumulación de fuerzas, de fuerzas objetivamente interesadas en la transformación social, lo que es tanto como decir que la concurrencia de movimientos, organizaciones, partidos, sindicatos, colectivos, es decir: la concurrencia de toda la pluralidad de gentes que orientan sus inquietudes hacia la superación del capitalismo, hacia la justicia social, en un Frente Único, es una tarea que podrá posponerse con dimes y diretes pero que es condición sine qua non para hacer frente al sistema con garantías de éxito. Es responsabilidad de todos que ese proceso se de y, estoy seguro de que, de una u otra forma, ese frente se dará, porque las supervivencia depende en gran medida del mismo.
Pero la discrepancia como siempre, ese virus disolvente preñado de pureza que de la izquierda emana como polen en la primavera, está en cómo articular el proceso, es decir, en los mecanismos de los que se dispone o en los mecanismos a crear – y cómo – para enhebrar el Frente Único, y en ese proceso, justo es reconocerlo, la delantera, con todas las imperfecciones y limitaciones que se quiera, la lleva Izquierda Unida, que como su nombre indica, ha de llevar en su ser el germen de la unidad de las izquierdas, en una composición plural de organizaciones fuertes, potentes y dinámicas, radicalmente críticas y siempre dispuestas a plantear los temas con tanta claridad como voluntad de superación y de impulso del proceso. Es evidente que pueden quedar cantidad de cosas por hacer, de elementos por discutir y de cuestiones por resolver, pero esa es la esencia del movimiento, siempre encuadrado en objetivos compartidos por más que discrepantes sean las formas de hacerlo. Cuestión aparte es cuando no se comparten esos objetivos, ahí no cabe la unidad porque la diferente naturaleza es la razón real.
La tradición de la lucha antifranquista
La tradición de la lucha antifranquista que afortunadamente no ha visto rota, violentamente, a la generación que propicio esa resistencia, muestra que en aquella ardua tarea fueron los comunistas del PCE y PSUC más toda la gama la de combativas e incansables y dinámicas fuerzas (generalmente comunistas) situadas a la izquierda de estas formaciones las que generaron las sinergias que pusieron en jaque al franquismo. Ese es un capital valioso para hoy, una lección del pasado que nos puede dar grandes frutos en este desolado pero esperanzador presente. Sería deseable que todas esas formaciones, valiosas de por si, generaran si no lo están haciendo, sus propias dinámicas unitarias, es decir, la formación de un gran bloque de izquierdas que fertilizara en su conjunto la individualidad de cada una de las organizaciones con un proyecto claro y firme de futuro. De no ser así, será más que discutible su utilidad para construir el futuro. Odio decirlo pero creo que la crítica sistemática y la evocación de soluciones ideales, de hoy para mañana, formuladas desde aledaños próximos al ostracismo, es instalarse en la más yerma de las expresiones y por lo tanto en un radicalismo irrelevante aunque puedan ser enjundiosos e impecables sus fundamentos teóricos.
Llegados a este punto, es evidente que el mayor activo de la izquierda, y además de gran pluralidad, es IU. De momento es en torno a esta organización donde se vislumbra la única posibilidad, el armazón de un gran frente con capacidad para disputar la hegemonía al poder real. Abrir caminos de convergencia en ese proyecto desde la fortaleza de las organizaciones ya existentes, así como de la concurrencia de personas “no adscritas” que están dispuestas a jugar ese papel, debería ser una tarea de todos, de la formación mayoritaria y de todas las formaciones minoritarias. Negarse a entrar en ese proceso y poner dificultades irrelevantes para justificar privilegiadas atalayas críticas es, en mi humilde opinión, un estéril ejercicio de pureza, un grito baldío de la más absoluta irrelevancia, un derroche de energías que es imprescindible para transitar en el sendero de la emancipación y sacudirnos definitivamente los peligros de la servidumbre.
Crónica Popular

1 comentario:

  1. ¿Es de verdad que hay unión de "las izquierdas" o son las ganas que tenemos de que la haya?

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