jueves, 29 de enero de 2015

CARTA ABIERTA A JULIO ANGUITA

Julio: 13 años de militancia no son nada frente a tus cuarenta y tres años en el PCE. Mi experiencia en un Comité Central del PCPV y el Comité Federal del PCE no es nada frente a la tuya, de muchos años, como Secretario General y Coordinador de IU. Menos de tres años como concejal comunista no son nada frente a la enorme experiencia que tú acumulaste en veintiun años, siete como alcalde de Córdoba, tres como diputado en el Parlamento de Andalucía y once como Diputado en el Congreso de los Diputados. Sin embargo, quiero hablarte símplemente como un camarada que cree que es necesario mantener el sentido de la cohesión y el respeto a la mayoría del Partido, y a las normas de las que nos hemos dotado colectivamente.
Durante años te has ganado el respeto y el cariño de la militancia del Partido y de Izquierda Unida, al igual que el de gran parte de la sociedad española que ha sabido ver en ti un referente de dignidad y honestidad. Hemos vibrado con tus discursos, nos hemos emocionado contigo, y aún tu cuadro preside las sedes de muchas agrupaciones del Partido.
Vivimos tiempos terribles. La situación política, económica y social, que ha sumido a millones de personas en la desesperación más absoluta, y la crisis de un régimen corrupto y moribundo nacido del franquismo que intenta recomponerse, hace que vivamos tiempos de confusionismo ideológico, de cuestionamiento de las organizaciones de clase, y al mismo tiempo de esperanza en el cambio. Es por eso tan incuestionable la necesidad de un Partido Comunista unido como proyecto de sociedad, como teoría política científica, como práctica seria y consecuente abierta a la realidad que nos rodea.
No eres un militante cualquiera,y a pesar de haber abandonado la primera línea en el Partido sigues siendo un referente para mucha gente de dentro y fuera de la organización. Por eso tus declaraciones en la prensa tienen más repercusión que las de otro militante. Eso significa que más que nunca es necesaria la prudencia y la audacia, por un lado para que nuestro Partido contribuya a ordenar el caos ideológico en el que está sumida la sociedad, y por otro para no llevar la confusión a nuestras propias filas y seguir trabajando por la reconstrucción del PCE como herramienta de los trabajadores y trabajadoras; de las clases populares de nuestro país.
Sé que comparto contigo, al igual que gran parte de la militancia, muchas de las inquietudes que nos afectan como organización y que también afectan a Izquierda Unida, donde desde luego que hay que cambiar muchas cosas, pero debemos cambiarlas colectivamente entre todos, hombro con hombro. Políticamente hemos coincidido en cuestiones como la conveniencia o no de pactos de gobierno, aunque siempre he respetado profundamente la decisión de las bases cuando estas se han pronunciado. Al igual que también coincidimos en el daño que están haciendo y han hecho algunos cargos de IU en Madrid que no son dignos de llamarse compañeros y que están haciendo sufrir a la abnegada, generosa, leal y a veces hasta heroíca militancia.
Precisamente por eso, porque la militancia ha trascendido y trascenderá incluso a los más grandes dirigentes, ya que sin ella no habría habido Frente Popular, ni Quinto Regimiento, ni lucha antifranquista, ni sindicato de clase, y por supuesto hoy no habría sedes abiertas, carteles en las paredes, octavillas en las calles y piquetes en las huelgas, es por lo que le debemos el más sagrado de los respetos.
En este llamado “momento histórico” en el que todos hablan hasta la saciedad de “unidad”, ni los comunistas seríamos comunistas si pensásemos que estamos solos en la sociedad y que solo nosotros podemos transformarla.
Dicho esto creo que no hay unidad posible si se basa la Unidad en apostar por posturas personalistas, y si uno se enroca en posiciones individuales por encima de posiciones colectivas, o en hablar de horizontalidad mientras se practica y se apuesta por la más absoluta verticalidad. Pero sobre todo, cuando no se aceptan las decisiones de la mayoría y se utilizan otras plataformas o medios de comunicación para combatir desde fuera de la organización batallas políticas perdidas en el interior.
Es duro ver cómo algunos de tus posicionamientos y de tus actitudes se clavan como una lanza en el corazón de muchos militantes. Esos que tanto te han querido y te han respetado, y que no comprenden por qué te has enfrentado incluso en tu propia ciudad Córdoba a una Izquierda Unida llena de gente de honesta y trabajadora defendiendo posturas incluso públicamente en contra de la política de tu propio Partido.
¿Donde quedó aquella afirmación tuya de que “necesitamos de un gran Partido comunista maestro de la táctica y enemigo mortal del tacticismo”? Nos pides ahora que creemos un “partido orgánico” transformador con Podemos porque Pablo Iglesias te ha dicho que necesita “cuadros”. ¿Acaso no son tacticistas quienes conciben su meta en términos claroscuros, generalistas, dogmáticos, siempre asociados a afirmaciones llenas más de pasión que de razón? ¿Hemos de echarnos en brazos de quienes llegan a afirmar públicamente que la familia Botín y el Banco Santander contribuyen al bienestar social? ¿No es esto fomentar el confusionismo ideológico y debilitar la organización de clase en favor del “ciudadanismo”? ¿No se ve claramente cual fue el destino de Italia cuando por fin lograron acabar con el PCI en aquel Congreso fatídico que tú tanto sufriste y has criticado?
Julio, creo tanto en la necesidad de Unidad como tú, y así te lo he trasladado en más de una ocasión. Creo que aún estamos a tiempo para conformar un movimiento unitario en torno a un programa de mínimos del que formen parte todas las fuerzas políticas y sociales. El 22M de 2014 demostramos que era posible; que podíamos crear juntos ese espacio en el que todos nos respetásemos, en el que ninguna organización cuestionase a otra, en el  que pusieramos lo colectivo y el programa por encima de los personalismos, y en el que se forjase algo más poderoso que la unidad electoral: la Unidad Popular. ¿Qué ha pasado desde entonces?
Repito que la oportunidad aún no está perdida, pero no queda mucho tiempo. Y para eso nada ayuda debilitar a la única organización que ha demostrado una voluntad inquebrantable, la organización que tiene los mejores cuadros, los militantes más abnegados y sin la cual no hay ninguna esperanza de cambio real en España en beneficio de la clase trabajadora y las clases populares.
Por todo eso, Julio, te pido humildemente lealtad, prudencia, coherencia y memoria.
Me despido con la esperanza de que nunca un camarada tenga que dirigirme una carta como esta, y con el convencimiento de que el Partido Comunista es hoy tan necesario como lo fue ayer, y como lo será siempre; y el día que no lo crea, dejaré ser un digno militante del PCE.
Un sincero y afectuoso saludo comunista.
Javier Parra

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