Casandra Vs Cassandra |
En la
mitología griega, Casandra es hija de Príamo y Hécuba y hermana gemela de Heleno.
Para celebrar su nacimiento se celebró una fiesta en el templo de Apolo, en las
afueras de Troya, y, al anochecer, sus padres se marcharon y dejaron olvidados a
los dos hermanos en el templo. Al día siguiente, cuando regresaron a
recogerlos, los gemelos estaban dormidos y dos serpientes les pasaban la lengua
por los órganos de los sentidos para purificarlos. Los progenitores empezaron a
gritar de angustia consiguiendo que las serpientes se retiraran. Fue así como
Casandra y Heleno tuvieron el don de adivinar el futuro al llegar a la edad
adulta.
Otra
versión de la leyenda cuenta que Apolo se había enamorado de Casandra y le
prometió a la joven el don de la adivinación si aceptaba entregarse a él. Ella
aceptó, pero una vez iniciada en las artes de la adivinación se negó a cumplir
su parte del trato. Ante esto, Apolo le escupió en la boca y le retiró el don
de la persuasión, por lo que aunque ella dijera la verdad, nadie le creería.
Nuestra
particular Cassandra es la muchacha que ha sido condenada a un año de prisión y
siete de inhabilitación por un tuit sobre la ascensión a los cielos de Carrero
Blanco y, como la mitológica Casandra, parece contar con poco afecto entre los
mandamases. Los que ya tenemos cierta edad y vivimos los últimos coletazos de
la dictadura franquista recordamos que, precisamente, los chistes sobre Franco
o Carrero eran una señal de que otros tiempos estaban por venir.
Hasta mi tío
abuelo Jesús, adepto al régimen, no podía evitar repetir los chascarrillos que
circulaban por los bares, e incluso en los cuarteles. Se desternillaba con uno
en especial: “Carrero Blanco coge un taxi y el taxista le pregunta: ¿A
qué altura de la calle quiere que le deje?” Le hacía tanta
gracia como cuando Gila contaba aquello de que a él “lo fusilaron mal”. Humor
negro en ambos casos, con mejor o peor gusto pero humor al fin y al cabo. Un
hálito de libertad ante la asfixia para superar la adversidad o ahuyentar el
miedo. Humor para sobrevivir.
Lo cierto es
que don Paco y sus ministros se hacían los longuis
frente al humor patrio. Eran tiempos de cambio y no procedía mandar al talego a
nadie por una gracieta irrespetuosa, estaban especializados en fusilar
opositores armados. A comienzos de este siglo, personajes como Juan Luis
Cebrián, en su libro La
agonía del Dragón, se despachaban a gusto sin que hubiera
consecuencias penales. Cito textualmente un párrafo: “Fernández Miranda va a ver a Franco y
no sabe cómo comunicarle el atentado. Hasta que al final se presenta sonriente
y con dos mechones de pelo oscuro y espeso en las manos, ¿de quién son estas
cejitas?, y luego agitando un enorme amasijo de carne, ¿de quién son estas
ojeritas?” ¡Ay Juan Luis Cebrián! ¡¿Quién te ha visto y quién te
ve?!
El caso es
que cuarenta y pico años después, en nuestra peculiar democracia, puedes ir a
la cárcel por tuitear gilipolleces, contar chistes malos o ser titiritero. Por
el contrario, los corruptos no la pisan ni de puntillas, y eso sí que es humor
negro. Un humor exclusivo de las élites que nos han estado robando década tras
década y que prometen seguir haciéndolo hasta matarnos de risa. La suya claro. Ni
tampoco hay consecuencias para las amenazas de muerte, nada de chistes, que
individuos como Jiménez Losantos dedicaron a los miembros de Podemos. O para los
trolls que tratan de intimidarnos prometiendo tiros o bombazos a quienes no
comulgamos con sus ideas. Nuestros jueces y fiscales actúan selectivamente
según y a quienes vaya destinada la ofensa.
La cuestión
es que Cassandra, cuyos padres en paro apenas cuentan con 500 euros al mes para
comer, no solo tendrá antecedentes, además perderá la beca que le permitía
estudiar y soñar un proyecto de vida como docente. Todo perdido por haber
colgado en la red ocurrencias como éstas: “Kissinger
le regaló a Carrero un trozo de la luna, ETA le pagó el viaje a ella” o
“¿Carrero Blanco regresó al futuro con su coche?” Nunca pensé que
diría esto pero va a ser verdad que contra Franco, al menos reíamos mejor. En
la actualidad se juzgan por fin los crímenes del franquismo, los de bromear
sobre él por supuesto, de los otros… mutis por el foro.
Como ves
querida Casandra, en estos meses han pasado muchas cosas, casi todas malas. Tú
ya vaticinabas que se estaba produciendo un espectacular giro hacia el lado
oscuro, pero el castigo de Apolo impedía que tus palabras calaran en nuestra
conciencia. Ahora, si he de serte sincero, me cuesta mucho esbozar una sonrisa.
Cada mañana me despierto y leo las noticias. De pronto, la sentencia contra
Cassandra me indigna y pienso en consultar tu oráculo. Un momento de lucidez me
dice que no hay línea allá donde tú moras y caigo en la tentación de entregarme
al llanto y maldecir, como decía Hernández, a ese dios enamorado que te alejó
de nuestro lado. ¡Nos haces tanta falta! A continuación pienso en todas las
risas compartidas, incluso en los momentos más amargos. Puede que por momentos me
invada la sensación de derrota pero no puedo perder el sentido del humor porque
entonces, ¿Cómo podría seguir viviendo?
Por eso
quiero despedirme con un chiste de Tip y Coll, de hace más de 30 años, en el
que ponían en boca del propio Carrero Blanco:
“De todos mis ascensos, este ha sido el más rápido”.
¡Va por ti
querida Cassandra! Reír es un acto de rebeldía contra la intolerancia. Así me
lo enseñaron y por eso mismo: ¡Je suis aussi Cassandra!
Plumaroja 20
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