sábado, 28 de abril de 2018

¡HASTA SIEMPRE DOCTOR MONTES!

Luis Montes en una concentración en defensa de la sanidad pública

El viernes recibí la noticia del repentino fallecimiento del doctor Luis Montes. Al parecer, su corazón se quebró mientras se dirigía en automóvil a un encuentro sobre la muerte digna. A mi entender, cayó en acto de servicio. Ejerciendo la coherencia ideológica, humanitaria diría yo, que tantos problemas y sinsabores le acarrearon durante un largo periodo de su vida.
Por si alguien no recuerda los hechos, el doctor Montes fue acusado de realizar sedaciones irregulares en el hospital Severo Ochoa de Madrid y se convirtió en el blanco de una campaña de desprestigio por parte del gobierno de Esperanza Aguirre y de un amplio número de palmeros, oportunistas y otros entes despreciables. Pese a que se desestimaron los delirantes cargos penales, la carrera de Montes no se recuperó jamás de esta conjura de necios que llegaron a compararle con Mengele o el líder de Sendero luminoso. Es verdad que ‘la justicia’ acabó condenando económicamente a ilustres bocachanclas, como Miguel Ángel Rodríguez, por las barbaridades vomitadas en los medios. Pero el daño profesional y moral era irreparable.
En aquellos años supe de la cacería que habían emprendido contra el anestesista. Siendo muy joven, tuve la fatalidad de perder a familiares muy cercanos de maneras horribles. Padeciendo interminables agonías. Innecesarias y crueles. Un infierno por el que no dejaríamos pasar ni a una mascota. Desde entonces, tuve claro que algo andaba mal en una sociedad que anteponía conceptos religiosos o conflictos éticos a la mínima piedad que exige un moribundo. Eso fue lo que me motivó a mandar una carta a El País y otros medios mostrando mi incondicional apoyo al doctor Montes.
Pocos días después, se puso en contacto conmigo para agradecerme el gesto. Yo le agradecí su valentía. Y tuve la gran suerte de compartir varios momentos con él y otro gran luchador por la libertad y el derecho a la muerte digna, mi amigo el profesor Antonio Aramayona. Por eso puedo dar fe de la profunda tristeza que emanaba, pese a sus firmes convicciones, por el linchamiento al que había sido sometido.
Sus carniceros fueron los mismos que saquearon la sanidad pública madrileña. El consejero Lamela, autor intelectual de la campaña contra Montes, se forró privatizando a tontas y a locas. Se desmantelaron hospitales, se transfirió dinero opaco de la pública a la privada, se externalizaron servicios esenciales…
Los pacientes que fueron sedados por Montes (con consentimiento previo) evitaron tener que pasar por una larga e inútil agonía. ¿Se puede decir lo mismo de todos los que murieron en las infinitas listas de espera?, ¿o de los que, debido al impacto del caso Montes, fallecieron rabiando porque ningún sanitario se atrevía a sedarlos por miedo a las consecuencias?
Si algo está claro como la luz del día es que todos llegaremos a ese trance llamado muerte. Y cada uno, conforme a sus creencias, debería poder optar por hacerlo a su manera.
A los que rompieron la carrera y el corazón de mi amigo les deseo un final coherente con su prédica: Una larga, lenta y dolorosa agonía que les haga entrar en éxtasis. Sin ningún Montes a mano que aminore la catártica experiencia. ¿No es lo que dicta su podrida conciencia? Pues que así sea.
¡Gracias por haber luchado tanto y tan bien Luis! Espero que todo fuera tan dulce como tú te merecías. Antonio y tú os habéis largado físicamente pero vuestro legado de compromiso por la libertad nos ha impregnado hasta los huesos. Recogemos el testigo.
¡Que la tierra te sea leve compañero!
Ana Cuevas Pascual

jueves, 12 de abril de 2018

LA ESPAÑA FRANQUISTA: PARAÍSO DE NAZIS

León Degrelle, criminal nazi refugiado en España

Tras la segunda guerra mundial centenares de agentes, militares y civiles alemanes nazis se refugiaron en España para no ser capturados y juzgados por los aliados. Muchos militares nazis decidieron quedarse en España, disfrutando de la protección de Franco tras la guerra.
En marzo del año 1997 el diario “El País” localizaba en el Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores, un informe remitido en 1945 al Gobierno franquista por los Servicios Secretos aliados, en el que se adjuntaba una “Lista de repatriación” con los nombres de 104 oficiales nazis que vivirían ocultos en España. Muchos de esos nombres como el de Hans Juretshke, llegaron a ocupar cargos de responsabilidad en instituciones españolas (en su caso catedrático emérito y director del Departamento Alemán de la Universidad Complutense).
Otros nombres de la lista, como el Dr. Franz Liesau Zacharias, habrían trabajado para el Reich obteniendo animales para la experimentación de armas bacteriológicas nazis. Falleció en Madrid a finales de 1992. Pero la lista de nombres publicada por “El País” no está muy completa, debido a que después de 1945 siguieron asentándose en España muchos nazis, que permanecerían durante el resto de sus días en nuestro país.
Los monasterios españoles también acogieron a importantes espías como Reinhard Spitzy, el refinado agente de Abwehr disfrazado de monje en el monasterio de San Pedro de Cardeña (Burgos) en 1947 antes de huir a Argentina, en un barco de la naviera Aznar. España en la segunda guerra mundial fue un nido caliente de espías alemanes, británicos, americanos, franceses y hasta japoneses. Las miradas de toda Europa estaban puestas en nuestro país, que acababa de salir de la Guerra Civil, y en un gobierno que coqueteaba con Hitler aunque decía ser neutral. Los alemanes eran los únicos que lo hacían con ventaja sobre sus competidores.
Centenares de agentes de la Gestapo, de la Abwehr y de la SD se movían por todas las ciudades españolas con absoluta libertad y conformaban una extensa red con ramificaciones y contactos en la administración y fundamentalmente en las elites dominantes de la sociedad. Diplomáticos, periodistas, empresarios, productores de cine, ejecutivos de empresas y agentes profesionales trabajaban en silencio a favor de la causa de Hitler, el dictador que estaba ocupando por la fuerza el Continente y asesinando en los campos de exterminio a millones de judíos.
La colonia alemana en nuestro país no llegaba a las 30.000 personas, pero el número de afiliados al Partido nazi, que era muy pequeño en los años 30, se multiplicó y se disparó. El alemán que no participaba en estos servicios era considerado como un enemigo, y siempre existía la amenaza de que fuera repatriado y llamado a filas, lo que influyó para que algunas personas dudosas dieran el paso adelante y colaboraran de distinta forma con estos servicios. Los 700 afiliados al Partido nazi que había durante la Guerra Civil española crecieron y éste abrió sedes en casi todas las comunidades españolas. Así, la figura de Hitler presidía todos los colegios alemanes y los niños alzaban el brazo en alto cuando celebraban el cumpleaños del Führer. Una parte importante de la sociedad española vio al nazismo durante aquella época con simpatía, y sus cruces gamadas, sus esvásticas y uniformes no provocaron inquietud alguna a los falangistas. Más de 700.000 personas apoyaban y daban cobertura a esta red de espías, a los que consideraban sus aliados y también sus amigos. Algunos de estos agentes habían sido miembros de la Legión Cóndor y habían participado pocos años antes en el bombardeo de Gernika.
Hans Lazar, el jefe de prensa de la Embajada alemana, judío, había nacido en Turquía, pues su padre se había trasladado para trabajar como traductor en la embajada alemana de ese país, y allí fue uno de los firmes propagandistas del Anschluss, de la anexión de Austria por parte de Alemania. Posteriormente viajó a Madrid y allí ejerció como periodista durante la Guerra Civil, con lo que, acabó logrando ser el jefe de prensa de la Embajada de Alemania en dicha capital. Era el hombre más influyente y más poderoso de la colonia alemana en Madrid. En aquella etapa de carencias tremendas, durante la que no había prácticamente comida, las cartillas de racionamiento estaban a la orden del día mientras Lazar daba fabulosas fiestas en su casa de la Madrid. Estaba casado con una condesa rumana, la baronesa de Petrino, y con los bienes y el dinero que manejaban las empresas alemanas del conglomerado SOFINDUS consiguió comprar las voluntades de periodistas muy influyentes de la época. Samuel Hoare, el embajador británico por aquella época, lo catalogaba como una persona repulsiva cuando escribió sus memorias, poco después de la Segunda Guerra Mundial, aunque al tiempo señalaba que era la persona más influyente y más poderosa del Madrid de aquella época puesto que conseguía colocar las ideas de Hitler en la mayoría de los periódicos españoles. Y si bien los Aliados intentaban lo mismo, nunca tuvieron ni parecido éxito.
Lazar era un hombre muy curioso del que se sabía muy poco. Aaficionado por las obras de arte, con las que mercadeaba en la capital de España, y mantenía unas excelentes relaciones con la Iglesia. No en vano, solía proponer a numerosos párrocos repartidos por toda la geografía española el tener su propia parroquia gratis y, en definitiva, transmitir las ideas a sus feligreses gratuitamente. «Yo les monto su hoja parroquial, su propaganda eclesiástica, con dinero de las empresas alemanas en España», les decía, y los curas aceptaban pensando que era una buena oportunidad para trasladar sus ideas a los fieles. Sin embargo, en aquellas hojas parroquiales, más de 250, conseguía incluir la propaganda a favor de Hitler y de esta forma influir en la sociedad española.
Otro personaje realmente curioso en aquella época, de aquéllos que los Aliados perseguían e incluían en sus listas negras, era, por ejemplo, Franz Liesau Zacharias, un biólogo afincado en Madrid, que en realidad era un agente del Servicio de Contraespionaje involucrado en la compra de animales de Marruecos y de la Guinea española para fines experimentales tales como expandir la peste en los campos de concentración. Cuando localicé en Madrid a la viuda de Liesau, quien todavía vive en la misma calle que aparece en la ficha de este señor, escrita en el año 1947, ella me reconoció sin titubear las actividades de su esposo. Me dijo que llevaba en España desde los años 20, que sufrió enormes presiones por parte de Alemania en aquella época para que regresara a Berlín y entrara a filas para luchar como un soldado más durante la Segunda Guerra Mundial, pero que él se negó. Que le ofrecieron entonces la posibilidad de que siguiera en España mas trasladando animales, fundamentalmente monos, eso sí, de Marruecos a Alemania para este tipo de experimentos de los que les hablo y que finalmente aceptó para librarse de la guerra, con lo que se vio inmerso en esa patética colaboración con el gobierno de Hitler que más tarde recogerían los Aliados en sus escritos.
Creo que es importante señalar que la enorme presión que sufrieron muchos alemanes en la España de aquella época para que colaboraran con Hitler animó a muchos de ellos a aceptar para mantener su posición privilegiada en el país. Una posición en algunos casos muy cómoda, según el relato inédito que escribió Johannes Eichhorn, un miembro de la Cámara de Comercio alemana en Madrid. Sus familiares me enviaron sus notas inéditas de aquella época, y éstas me revelaron que este hombre era un absoluto antinazi en aquellos años. Escribía para sí mismo, por supuesto, pero recogió cosas como ésta sobre las funcionarias alemanas, a las que describía de la siguiente manera: «Extremadamente maquilladas y luciendo ostentosos modelos, perfumadas con fuertes olores de origen africano, las funcionarias de los servicios nazis, en la mayoría de los casos de bajo nivel profesional, que durante años obtuvieron cuantiosos sueldos por no hacer prácticamente nada, llenaban las tiendas de lujo de Madrid y Barcelona. Como monas vestidas de seda, exigían arrogantes los inevitables manjares. Un vergonzoso espectáculo para muchos españoles, que no comprendían nada []».
Y es que el dinero alemán todavía ejercía una enorme influencia en aquellos años. Como decía antes, los españoles sufrían las cartillas de racionamiento, 100 gramos de carne por persona y semana; sin embargo, a juzgar por lo que nos cuenta este hombre y algunas otras personas con las que hablé, los funcionarios y espías de las colonias alemanas estaban bien alimentados. En Barcelona y sobre todo en Madrid, muchos frecuentaban los mejores hoteles, como el Ritz y el Palace, asistían a cacerías organizadas por los aristócratas de la época en las afueras de Toledo, tomaban el aperitivo en el Chicote y bailaban por la noche en el Pasapoga, que era la discoteca de moda. Muchas de sus reuniones se celebraban en el restaurante de Otto Horcher, un restaurante muy famoso que todavía existe enfrente de El Retiro de Madrid y que, según la documentación que he consultado en el Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores, en el Palacio de Santa Cruz, se montó con dinero del Servicio Exterior de Espionaje. Las reuniones duraban hasta la madrugada y allí los espías más activos en el Madrid de los años 40 preparaban sus labores, recibían correspondencia y establecían su estrategia.
Por cierto que estos servicios de espionaje nazi tampoco dejaron de lado el campo de la cultura en la aquella década. De hecho, tuvieron colaboradores como el propio Johann Ther, un personaje para nosotros desconocido pero realmente importante en aquella época. Ther era uno de los principales productores del cine alemán, y se estableció en España también como espía camuflado. Según las notas que he consultado, vivía en un hotel cuyo nombre no se especifica pero que estaba en las proximidades del centro de Madrid, muy cerca del actual Congreso de los Diputados. Era íntimo amigo de Himmler, del jefe de la policía nazi, y de Goebbels, ministro de Propaganda. En 1937, el maquiavélico Goebbels escribió una nota que decía lo siguiente: «El Führer y canciller del Reich ha dispuesto que la actriz española Imperio Argentina debe ser ganada para el cine alemán []». Es curioso cómo quedó fascinado Hitler con la figura de esta actriz y cómo la quiso y logró captar para su cine, sobre todo teniendo en cuenta que Imperio Argentina era gitana y que él llevaba a cabo una cruenta persecución de esta raza, llegando a matar a muchísimos de ellos. El caso es que Ther produjo algunas de las películas de aquella época, coproducciones con las productoras alemanas tales como Carmen la de Triana, La Canción de Aixa, Suspiros de España, Mariquita Terremoto, El Barbero de Sevilla, una biografía sobre el músico pamplonés Pablo Sarasate y un corto sobre la Legión Cóndor, sobre los pilotos alemanes que bombardearon Gernika. Posteriormente, este productor de cine alemán afincado en España colgó la cámara y se marchó a combatir con las tropas nazis en Francia durante la ocupación alemana de dicho país.
Otro personaje curioso de la época es Clarita Stauffer, quien tenía un perfil distinto al resto. Era la hija del principal director de la fábrica de cervezas Mahou en España, que llegó a nuestro país en 1890 precisamente para crear este negocio. En aquella época su familia no tenía nada que ver todavía con los servicios de espionaje, pero la Stauffer, que era realmente una persona muy activa según me han contado sus familiares, incluso varios de los sobrinos con los que hablé, quedó fascinada con Hitler y ayudó desde España a muchos de los agentes que pasaban por nuestro país. Tocaba el piano, esquiaba y era una gran nadadora; una persona sumamente activa, en definitiva, que estaba estrechamente relacionada con la Falange, hasta el punto de llegar a ocupar un cargo en este movimiento. Esta íntima amiga de Pilar Primo de Rivera tenía el enorme salón de su casa solariega en Madrid, según me contaba uno de sus sobrinos, lleno de centenares de botas, de abrigos y de camisas que daba a los soldados nazis que habían huido de la Francia ocupada cuando ésta fue liberada. Además, se encargaba de entregar documentación a los espías y ciudadanos alemanes necesitados que pasaban por Madrid en aquellos años, para luego ayudarles a pasar la frontera. Así, no extraña que los Aliados estuvieran absolutamente enloquecidos con sus actividades y que la denunciaran en cantidad de ocasiones, aunque nunca llegó a ser detenida puesto que tenía todo el apoyo de la Falange y fundamentalmente de su ya mencionada amiga, Pilar Primo de Rivera.
Las instituciones alemanas en España sirvieron de gran cobertura para el espionaje nazi en aquella época (los consulados también), y gozaron, por supuesto, de todas las ventajas. Desde el año 1939 existía un convenio entre el general español Martínez Anido y Himmler por el que cualquier alemán sospechoso de no apoyar a la causa nazi en nuestro país podía ser detenido y repatriado de inmediato sin ningún tipo de extradición ni de juicio preliminar. Esto facilitó el que los agentes de Paul Winzer, el jefe de la Gestapo en Madrid, persiguieran e investigaran constantemente a toda la colonia alemana buscando sospechosos o personas proclives a facilitar ayuda a los Aliados. Y tal hecho provocó que mucha de la gente que vivía en Madrid y en Barcelona les tuvieran auténtico temor a Winzer y a sus esbirros, que constantemente estaban echándoles anzuelos en las recepciones y fiestas para ver si había algún alemán que no estaba a favor de Hitler y detenerlo y extraditarlo inmediatamente. Incluso se llegó a crear una red que se llamaba la Red Ogro, presuntamente dirigida por un alemán que se apellidaba Hoffmann y que llegó a ser cónsul de Alemania en Málaga hasta hace muy pocos años, para secuestrar alemanes sospechosos de no apoyar a Hitler. Esta red la incluían alemanes que vivían en Madrid y algunos destacados falangistas, y aparece sobre ella muchísima documentación.
Otto Skorzeny, criminal nazi apodado 'Caracortada'
A los espías profesionales también habría que añadir el caso de centenares de agentes no profesionales, de personas que no pertenecían ni a las SS ni a la Gestapo pero que colaboraron con el régimen de Hitler porque fueron muy presionados. Muchos de ellos se encontraban en el País Vasco y en Andalucía, y eran empresarios muy emprendedores que vinieron aquí en los años 20 huyendo de la crisis en Alemania y que crearon empresas muy prósperas. Estas empresas trabajaron al servicio de la causa nazi facilitando minerales y abasteciendo así los barcos de la flota alemana durante la guerra. Algunos lo hicieron complacidos con sus ideas y otros muchos simplemente porque fueron tremendamente presionados y no les quedó más remedio que colaborar para no ser detenidos y repatriados a su país. Y entre estas redes de espías que, insisto, incluían nombres de cientos de personas, hubo también algunos criminales. Como por ejemplo George Henri Delfanne, un caso sintomático y muy importante que supuso una auténtica pesadilla para los miembros de la Resistencia en Francia. Según testimonios de centenares de personas, a manos de éste murieron más de 200 miembros de dicha Resistencia con las famosas torturas de la bañera, que llevaba a cabo en su despacho, en el centro de París. Delfanne era un agente al servicio de la Gestapo y un apasionado del arte, por lo que participó en el contrabando de las obras expoliadas en toda Europa por los nazis. Huyó pocos meses antes de la liberación de París. Permaneció unos meses en San Juan de Luz y luego cruzó la frontera y se refugió en San Sebastián. Vivía plácida y tranquilamente en un piso magnífico en el centro de la capital donostiarra, y allí se encontraba cuando tres policías franceses, uno de ellos de origen español, Antonio López, cuyos padres eran de Huesca y se habían exiliado a Francia, intentaron secuestrarlo en una misión realmente novelesca.
Dichos policías franceses cruzaron la frontera en un vehículo sin armas, con cuerdas, cloroformo y otros utensilios, concertaron una cita con Delfanne, para lo cual Antonio López le había engañado unos meses antes diciéndole que quería ayudarle a trasladar sus fortunas de París, y lo secuestraron. Lo maniataron muy cerca del Puente de Santa Cristina, en el centro de la capital donostiarra, con tan mala suerte que un guardia civil que pasaba por la zona con su novia los detuvo al ver lo que estaba sucediendo -un dato realmente curioso-. Así, Delfanne fue trasladado a su piso de nuevo y permaneció bajo arresto domiciliario mientras los tres policías franceses permanecían ocho meses en el calabozo del Gobierno Civil, tras los cuales fueron juzgados y condenados en un consejo de guerra, aunque finalmente fueron liberados al concluir la contienda por las presiones francesas. Finalmente, Delfanne huyó de España y se refugió en Alemania, donde fue detenido al terminar la guerra para ser trasladado a Francia y colgado en un castillo a las afueras de París.
Cuento este ejemplo como dato bastante sintomático del trato de favor que algunos criminales de guerra como Delfanne tuvieron en España en aquella época. Pero volviendo a los espías, lo cierto es que la lista sería prácticamente interminable. En las consultas que he hecho en los archivos de Madrid, en el Palacio de Santa Cruz, he encontrado listas negras con más de 700 personas a las que los Aliados acusaban de colaborar con el gobierno de Hitler. ¿Qué ocurrió con estas personas? ¿Cuál fue su destino al concluir la guerra? Pues según la documentación oficial que consta en dichos archivos, solamente unas 200 personas fueron entregadas; la mayoría, de segunda y tercera categoría (cuando los Aliados describían a los espías nazis en España los catalogaban en primera, segunda y tercera categoría). Es decir, que en el examen de estas listas se demuestra que los que se entregaron, que fueron muy pocos, eran personas que no tenían prioridad para los Aliados. Los más importantes, en cambio, esto es, los de primera categoría, recibieron el apoyo de la policía española, de la Iglesia y de los altos cargos del gobierno de Franco, que les avisaban del día y la hora en la que iban a ser detenidos para que huyeran. En los archivos he encontrado cartas de Carrero Blanco, entonces subsecretario de la presidencia, de Carmen Polo, esposa de Franco, o de cargos como Carlos Rein, que era ministro de Agricultura y conocido falangista, en las que se intercedía sin ningún empacho, clara y abiertamente, para que estas personas se salvaran y no fueran repatriadas ni detenidas al concluir la guerra.
No obstante, los Aliados, muy obsesionados por la presencia de estas personas en España, no bajaron la guardia. En octubre del año 1947, los miembros del Servicio de Inteligencia Británico establecidos en España redactaron una nueva lista negra (mi libro se titula así, La Lista negra, precisamente por eso, porque se les llamaba así a esas listas en las que se denunciaba a los presuntos espías alemanes) en la que aparecían los nombres de 104 presuntos agentes nazis en España. Personas que debían de ser detenidas de inmediato, a juicio de los Aliados, y entregadas a la nueva Alemania. Según éstos, eran la flor y nata de los servicios de inteligencia nazi. Allí estaban Hans Lazar, el judío del que les hablaba antes, el jefe de la Propaganda nazi, que tantísima influencia tenía sobre la prensa española; Clarita Stauffer, la deportista y filantrópica mujer que acogía a los soldados nazis que huían de la Francia liberada; Johann Ther, el cineasta del que también les he hablado, e incluso destacados empresarios alemanes que residían en Barcelona, Madrid, el País Vasco y otros puntos de España. Todos ellos, en definitiva, personajes de lo más significado en su colaboración con Hitler. Junto a sus fichas aparecían el domicilio en el que vivían y el servicio para el que trabajaban, esto es, las SS, la Gestapo, el SD (el Servicio de Seguridad) o el Abwehr.
El interés de los vencedores, de los Aliados, en que se capturara a estas personas era tan grande y tan importante que llegaron a ofrecer al gobierno español un ventajoso acuerdo para repartirse esas 350 empresas alemanas de capital nazi en España de las que les hablaba antes. Unas empresas que en aquella época estaban valoradas en más de 1.000 millones de pesetas (les mencionaba el Deutsche Bank, aseguradoras como Plus Ultra, toda la red de colegios alemanes en España, terrenos, mataderos, empresas mineras y navieras). Un gran patrimonio que se embargó al terminar la guerra por la presión de los Aliados, que justificaban que aquel capital era nazi y que vivían obsesionados con que esa especie de Caballo de Troya, ese poderoso holding dentro de España, podía servir para constituir o crear en el futuro un nuevo Reich. Sin embargo, no sólo se embargó y confiscó dicho patrimonio, sino también todo el capital y todos los bienes de los alemanes afincados en nuestro país. Se les restringió el dinero que tenían para vivir incluso a familias que no tenían nada que ver con el régimen de Hitler y que pasaron auténticos apuros para salir adelante. Algunas de estas personas consiguieron salvar sus bienes porque recibieron la llamada o el chivatazo de las personas de la administración franquista de la época para que los pusieran a buen recaudo antes de que fueran embargados.
Pero como les iba diciendo, según la investigación que hice sobre los presuntos nazis que aparecen en esta última lista del año 1947 y que fueron reclamados por los Aliados para que se rindieran a toda costa, he llegado a la conclusión, y así consta en mi libro, de que ninguno de ellos fue entregado. Y hay documentación que lo acredita fehacientemente. Se estudió dentro de la administración española qué hacer con estas personas, para lo cual hubo un hombre encargado de estudiar el perfil de estos presuntos agentes nazis que casualmente fue otra persona realmente importante en aquella época: Emilio de Navasqüés, subsecretario de Economía Exterior y Comercio, y posteriormente embajador en el Vaticano en Francia y en Argentina. Lo cierto es que no tenía pelos en la lengua. Era un funcionario muy eficiente que contaba todo como lo veía. Por eso dejó patente en sus escritos la clara protección del gobierno de Franco a los espías de Hitler, y en sus notas los dividió en varias categorías. En la primera categoría incluyó a 26 agentes profesionales y recomendó que fueran entregados para calmar la ira de los Aliados (en aquella época éstos también tenían un poder económico importante y presionaron muchísimo a Franco para que entregara a estas personas porque entregaban al gobierno español cereales y medios que éste también necesitaba, además de que el Generalísimo se apartó de Hitler cuando éste perdió la guerra y tuvo que hacer caso a estas presiones aliadas). Les llamaba «espías profesionales», y entre ellos aparecía Burbach, por ejemplo, el cónsul de Alemania en Bilbao del que les hablé antes, que ayudó a Franco a ganar la guerra con su intercesión para que se recibiera en Berlín al enviado alemán, a ese comerciante del que les hablaba antes.
En la segunda categoría, Navasqüés incluyó a otras 36 personas de las que dijo que no había pruebas suficientes sobre sus actividades, aunque algunas de ellas podían ser entregadas, según él. Y en la tercera y última categoría incluyó a otras 39 que, en su opinión, no debían ser entregadas bajo ningún concepto porque, y cito textualmente, «su historia interesa a la economía nacional o merecen por parte de las autoridades españolas una especial consideración». Ésa fue la nota que escribió el funcionario español. En este grupo figuraban directivos, empleados y técnicos de empresas nazis en España tales como Bernhardt, el presidente de ese gran imperio económico alemán del que ya les he hablado antes y del que acabo de referirme en el párrafo anterior, ese alemán comerciante que consiguió entrevistarse con Hitler para que enviara la ayuda que le pedía Franco, necesaria para ganar la guerra. O como Martín Artajo, ministro de Asuntos Exteriores y parte de esa red de testaferros españoles que se habían creado y que encubrían las empresas nazis, y al que Navasqüés también avisó. Es curioso que los definiera a todos ellos diciendo: «Son de tres categorías: el hombre de paja de buena fe, que ha confesado su carácter; el hombre de paja contumaz, que lo niega, y el hombre de paja aprovechado». Con «aprovechado» se refería a que la mayoría de estas personas que actuaron como testaferros, como hombres de paja de las empresas alemanas en España, cobraron de los nazis por sus servicios. Era el caso de Demetrio Carceller, por ejemplo, ministro de Comercio y un caso realmente flagrante porque, según la documentación que aparece en los archivos españoles, cuando el propio Franco mandó que no se enviara más wolframio a las tropas alemanas (como ya he comentado, este material era fundamental para construir los carros de combate), puesto que los Aliados presionaban y demostraban que se les estaba abasteciendo con el wolframio obtenido en España, Carceller, bajo cuerda y a espaldas de Franco, permitió que se siguiera enviando ese wolframio a las tropas alemanas por Irún, por ejemplo. Así, durante la noche, los camiones cargados de wolframio atravesaban la frontera y lo trasladaban a la Francia ocupada. La verdad es que la desesperación de los nazis por trasladarlo a Alemania era tal que incluso al final de la guerra se encontraron en la sede del Abwehr, del Servicio de Contrainteligencia alemana en Madrid, en Claudio Coello, en el centro de la capital, varias toneladas de este mineral apiladas contra las paredes porque no sabían ya dónde esconderlo. E incluso los aviones de la Lufthansa llegaron a trasladar el wolframio a Alemania al final de la guerra porque era el alimento de la maquinaria bélica alemana.
Pues bien, volviendo a los espías, la conclusión que se saca del examen de esta documentación es que ninguno de ellos fue entregado a los Aliados. Cada uno de ellos vivió una experiencia y una peripecia personal diferente, pero en la mayoría de esos casos fueron apoyados por la Administración, como le ocurrió a Ivo Obermueller, jefe de la Inteligencia Naval en Madrid, ejemplo muy esclarecedor. Conseguí localizar a su viuda en Alemania hace unos meses y me comentó algo realmente curioso: fue detenido y trasladado a los calabozos de la Puerta del Sol, en Madrid, para que confesara el número de la cuenta corriente en el que el Servicio de Contrainteligencia Naval de los nazis tenía su dinero. Después de varios días de incomunicación, confesó ese número de cuenta corriente y los Aliados pudieron hacerse con ese dinero. Y según me contaba su viuda, cuando él facilitó esta información, la policía española le dio una cena de homenaje con traje de gala y le cantaron el Danubio Azul como despedida. Quince días más tarde, la propia policía que le había detenido le avisó del día y la hora en que iban a ir a detenerle porque los Aliados seguían presionando para que se repatriara en Alemania. Así que naturalmente desapareció.
Otras personas fueron confinadas en Caldes de Malavella o Miranda de Ebro, y aunque la mayoría no fue repatriada, allí vivieron con total y absoluta libertad. Además, en aquella época existían personas que ayudaban a muchos de los perseguidos alemanes, sobre todo a los más comprometidos, a huir hacia Sudamérica. Evidentemente, aquéllos que pertenecían al mundo de la empresa y colaboraron con Hitler no huyeron porque tenían la protección del régimen de aquella época. Lo cierto es que no habían cometido ningún crimen, sino que simplemente habían colaborado con el régimen que les presionó para que lo hicieran. Así que permanecieron en España huidos o escondidos en casas de familiares o amigos. No obstante, hubo otras personas que, insisto, estaban más comprometidas porque habían participado motu proprio con Alemania y que, por tanto, tuvieron que huir, para lo que contaron con la ayuda de una serie de redes a cuyo mando había gente muy influyente que les permitió y facilitó marchar al sur de América. Y es precisamente en este punto donde hay que señalar el importante papel que jugó la Iglesia española oficiosamente, no ya como institución, puesto que como tal hizo pública una encíclica muy dura del Papa Pío XII contra el nazismo.
Por cierto que, a propósito de esta colaboración eclesiástica, me gustaría hablarles del personaje principal de mi libro, Reinhard Spitzy, un espía profesional que vino aquí en el año 1942. A lo largo de las páginas de La lista negra, cuento las peripecias fascinantes de este hombre, que representa un caso muy esclarecedor del apoyo de la Iglesia a los perseguidos en aquella época. Efectivamente, Spitzy huye de Madrid en el año 1943 y se refugia en Santillana del Mar, en Cantabria, donde se esconde bajo el manto de la Iglesia, en parroquias de curas cántabros. Además, pasa dos de los tres años de huida en un monasterio cisterciense de Burgos, en San Pedro de Cardeña, disfrazado de sacerdote. Se hace llamar Ricardo de Irlanda y permanece recluido en la torre de ese monasterio. Posteriormente, Spitzy, cuya historia resulta realmente fascinante, es trasladado por los propios sacerdotes y vestido de cura hasta Bilbao, a cuyo puerto se le lleva porque era la principal vía de escape para los espías nazis de la época, junto con otros como el de Vigo y Cádiz. Así, en un barco de la Naviera Aznar huyó hacia Argentina, un destino muy habitual para toda esta gente.
No obstante, la mayoría de ellos siguió entre nosotros y atrajo como un auténtico imán a otros personajes importantísimos que huían de Europa por asuntos muy comprometidos y que buscaban refugio en España. Por todo ello, nuestro país se convirtió en un lugar tan cómodo y seguro que los periódicos franceses y británicos aseguraban que en España, después de la guerra, había incluso un proceso de naturalizaciones, esto es, de nacionalizaciones españolas. Hablaban de que se había facilitado la ciudadanía española a más de 30.000 alemanes, aunque, según los datos que he podido consultar, eso es absolutamente falso y esos casos fueron más bien excepcionales. Es decir, que las cifras dadas por franceses y británicos en aquella época eran, desde mi humilde opinión, completamente exageradas.
Claro que también podríamos hablar de casos como el de León Degrelle, un personaje que se refugió en España y al que se le facilitó una identidad falsa. Este hombre llegó a San Sebastián a bordo de la avioneta de Albert Speer, el arquitecto de Hitler, en el año 1945. Su aparato aterrizó en la playa de La Concha, aunque Degrelle, al que llamaban el «führer belga» o también «el hijo adoptivo de Hitler», huía hacia Sudamérica, y aquí vivió hasta su muerte bajo el pseudónimo de León José de Ramírez Reina, otorgado por el propio Franco. Atrajo tras él a cantidad de importantes nazis que huían de Europa, entre los cuales podemos destacar a Otto Skorzeny, el ex coronel de las SS que liberó a Mussolini en el Gran Sasso, a Antton Galler y a Gerhard Bremer, también miembros, ambos, de las SS. El último murió hace nada, en el año 1997, si mal no recuerdo, en Marbella, acompañado de su esposa. Y en cuanto a Galler, otro de los casos representativos, insisto, de la atracción que produjo España por su "parálisis" a la hora de detener nazis, que protagonizó la mayor masacre producida en Italia durante la ocupación nazi, una matanza en Santa Ana, un pueblo en el que murieron 400 personas, la mayoría mujeres y niños, se refugió en Denia, Alicante, uno de los lugares preferidos por los espías nazis para ocultarse durante aquella época. Yo mismo descubrí su tumba en el pequeño cementerio de dicho pueblo y, según su lápida, murió en el año 1995, también acompañado de su esposa. Esto quiere decir que, en definitiva, toda España, de Norte a Sur y de Este a Oeste, se convirtió en la madriguera preferida de muchos colaboradores de Hitler que huían de la derrota a partir de los años 50. Y ahora que han pasado casi 60 años, creo sinceramente que es un buen ejercicio de higiene histórica el enfrentarnos a nuestro propio pasado y recordarlo.
A continuación, una relación de alguno de ellos que se ocultaron en algún momento en España:
Bernhardt, Johannes. (¿?-14/II/1980 Munich, Alemania). Fue un jerarca nazi que alcanzó el grado de general honorario de las SS. Ganó la cruz de hierro combatiendo en los frentes ruso y francés durante la Primera Guerra Mundial. Ingresó en el partido nazi y colaboró con el Servicio de Seguridad SD (Sicherheitsdienst) y finalmente entró en las SS. Pero no era un militar, sino un negociante, una pasión que había heredado de su padre. A los 25 años ya era millonario y tras una etapa como agente de Bolsa en Hamburgo compró dos pequeños bancos, el Johannes Bernhardt y el Freifrau. Hizo negocios con Brasil y se casó con Ellen. En los años veinte lo perdió casi todo a causa de la crisis económica que azotó Alemania. Muchos alemanes salieron de su país buscando fortuna, y él se trasladó con su mujer y su hija a Larache, en el protectorado español en Marruecos. Allí comenzó a vender material a la Legión y Regulares y se hizo amigo de sus mandos. Así estrechó lazos con el general Emilio Mola, el coronel Eduardo Sáenz de Buruaga y otros destacados militares en Marruecos que ya conspiraban contra la República. En 1936 Bernhardt creó la empresa fantasma Sociedad Hispano-Marroquí de Transportes en Tetuán (Marruecos) que era controlada por el Partido Nazi con el fin de ser utilizada como tapadera del tráfico de armas para el bando franquista al comienzo de la Guerra Civil española. El 23 de julio de 1936, un avión de Lufthansa trasladó a Berlín a Bernhardt, a Adolf Langenheim (jefe del partido nazi en Marruecos) y al capitán Francisco Arranz Monasterio. A sus 39 años, había decidido tomar parte en una arriesgada misión: pedir a Hitler que ayudara a Franco en la guerra civil española. Dos días después, Bernhardt se entrevistaba con el dictador en Bayreuth y le entregaba la carta de Franco en la que le pedía 10 aviones de transporte, 6 cazabombarderos Heinkel, 20 baterías antiaéreas, fusiles, ametralladoras y munición. La misión fue un éxito y el auxilio llegó. Los 10 aviones se transformaron en 20. El pago de todo el armamento se haría mediante alimentos, cereales, materias primas incluyendo minerales que pudiesen satisfacer a Alemania. Para ello, se formalizaron dos sociedades que harían de fondo jurídico-comercial a la operación. La empresa española se denominaba Hisma y la alemana Rowak. Franco le obsequió con una villa -y según él, con tres cuadros que dos de ellos tuvo que vender, quedándose uno del Greco- en agradecimiento por el apoyo e intermediación con Hitler, y le concedió la nacionalidad española para blindarlo de los aliados. Bernhardt tras la guerra se instaló en Dénia, Alicante, en el número 17 del Tossalet de Oliver, una elegante villa de inspiración francesa, villa conocida como Casa de los Alemanes. La casa figuró a nombre de Juan Barber Aladente, director gerente de Transportes Marion S.A., una de las empresas del imperio Sofindus, encargada entre otras vidriosas misiones de trasladar a la Francia ocupada miles de toneladas de wolframio, el mineral de color ébano que se extraía de los montes de Galicia y Salamanca y se enviaba a Berlín para blindar los carros de combate alemanes. Bernhardt figuraba en el puesto número siete de una lista negra de 104 nazis residentes en España elaborada por los aliados y entregada a Franco. Reclamaban su captura y lo definían así: “General de las SS y presidente de Sofindus, institución perteneciente al Estado alemán. Responsable del envío clandestino de suministros a las tropas alemanas cercadas en la zona occidental de Francia durante y tras la liberación de ese país”. Sofindus, su criatura, era un gigantesco grupo de 350 empresas alemanas en España al servicio del Tercer Reich: mineras de hierro y cobre, navieras, agrícolas, aseguradoras, mataderos y bancos, valoradas en más de 750 millones de pesetas de la época. “Sofindus era la pinza de los nazis para explotar y satelizar la economía española. Bernhardt era el hombre de Goering en España”. Bernhardt decidió marcharse a Argentina en 1952. Se instaló en la finca La Elena de la ciudad bonaerense de Tandil con su mujer, Ellen Wiedenbrüg, hija del antiguo cónsul alemán en Rosario, y sus hijos. Regresó a Alemania hacia los años setenta y el 14 de febrero de 1980 falleció en Múnich.
Bormann, Martin. (17/VI/1900 - ¿?). Fue un asesor del Führer de tal confianza que este fue testigo de su boda en el año 1929, convirtiéndose cuatro años más tarde en el secretario personal de Rudolf Hess en el Partido Nazi. Como jefe de la Cancillería del partido, administraba el “Fondo de Dotación de la Industria Alemana”, procedente de aportaciones voluntarias realizadas por exitosos empresarios simpatizantes de Hitler. Su antisemitismo lo llevó a firmar los documentos que deportaron a los judíos a los campos de exterminios en Polonia. En octubre de 1942 firmó un decreto, donde se expresaba que “la eliminación permanente de los judíos en Alemania no iba a ser llevada a cabo en los campos especiales del Este”. En las últimas semanas de la guerra, Borman se encontraba en el Führerbunker en Berlín. Firmó el testamento político de Hitler y fue testigo del enlace entre el Führer y Eva Braun, nombrándolo éste “el miembro más leal del partido”. Dado que no hubo pruebas de su fallecimiento estuvo en busca y captura por los aliados durante unos años hasta que se le dio por muerto. Según la delación de algunos colaboradores, en 1946 procedente de Roma y oculto bajo el manto protector de la Iglesia pasó por Alicante para poco después marchar a Sudamérica, probablemente Bolivia.
Bremer, Gerhard. (25/VII/1917 Düsterntal, Alemania - 29/X/1989 en Alicante, España) Era natural de Düsternthal (Alemania) En 1936, con 19 años, ingresa en el ejército alemán. Su formación militar la hace en la Escuela oficial de las Waffen S.S. y en 1938 ya está en la Leibstandarte SS Adolf Hitler tomando el mando de la 10ª Compañía. Formó parte en la Invasión de Polonia, obteniendo la Medalla de Hierro de 1ª y 2ª clase. Interviene en la entrada en Francia desde los Países Bajos y unos meses más tarde participa en la invasión de los Balcanes, siendo ascendido a Teniente y otorgándosele el mando de un Batallón motorizado de reconocimiento. Al poco tiempo, participa en la Operación Barbarroja, que supuso la llegada del ejército alemán a territorio soviético, donde es condecorado con la Cruz de Caballero. En 1943, está al mando del Tercer Batallón del 26 Regimiento de Granaderos Panzer y al siguiente año, es nombrado comandante de la 12ª División Panzer Batallón de Reconocimiento, en Bélgica. En junio de 1944 durante la invasión de Normandía donde se gana las Hojas de Roble, muy valoradas por los mandos militares. Sus siguientes misiones, fueron “La Batalla de las Ardenas” contra flancos Americanos y Británicos y la “Operación despertar de Primavera” contra flancos soviéticos. Eran los últimos coletazos de un ejército alemán prácticamente derrotado. Es hecho prisionero en Francia y encarcelado. Lo que más pesó en su encarcelamiento, fueron las sospechas más que fundadas sobre que su compañía ejecutó a varios soldados canadienses que había hecho prisioneros en Normandía.
Fue puesto en libertad en julio de 1948, y emigró en 1954 con su esposa Almut a Denia, España, gracias a la intercesión de Johannes Bernhard con las autoridades españolas, y que más adelante se detalla información sobre este sujeto. En Denia, Gerhard Bremer encajó perfectamente. Era un hombre de atractivo físico y encanto personal, que rápidamente se integró en la localidad y supo rehacer su vida al lado de Almut su bella esposa. Viendo el potencial turístico del lugar y sabiendo que sus contactos podrían surtirlo de clientela, creó un establecimiento hotelero con distintos apartamentos, en una parcela que lindaba con el mar, Los Bremers Park-Bungalows que sirvieron de lugar de encuentro tanto para alemanes (de pasado nazi o no) que ya estaban viviendo en el lugar, como para lo que vendrían después, a quedarse temporal o definitivamente. Su vivienda la estableció en uno de los pisos del edificio Mare Nostrum situado en la zona de las Rotas y allí estuvo hasta su muerte en 1989 a la edad de 72 años. Está enterrado junto a su esposa en el cementerio de la localidad, en un nicho situado a la izquierda de la entrada.
Degrelle, León. (Bouillon, Bélgica; 15/VI/1906 – Málaga, España; 31/III/1994). León Degrelle llegó a general de la Waffen SS y líder del movimiento nazi en Bélgica durante la Guerra. En su hoja de servicios se le atribuyen 70 encuentros cuerpo a cuerpos victoriosos. Degrelle se convirtió en uno de los generales más jóvenes del Tercer Reich. Su llegada a España se produjo en 1945, escapando de la condena a muerte dictada contra él en Bélgica. El general SS se estrelló con su avioneta en la playa de La Concha (en San Sebastián), siendo inmediatamente acogido por el Gobierno franquista. En la época de Franco, Blas Piñar reconoció que el Gobierno protegió explícitamente a Degrelle: “Autoricé la escritura de adopción -confiesa el líder de Fuerza Nueva- en virtud de la cual pasaba a ser León Degrelle, hijo adoptivo de una señora andaluza y por consiguiente cambió de apellidos”. La nueva identidad que el Gobierno franquista obsequió al general nazi fue la de León José de Rodríguez Reina, y bajo esta identidad vivió en Marbella (Málaga) hasta su muerte el 31 de marzo de 1994. León Joseph Marie Ignace Degrelle, nació en Bélgica en el seno de una familia de creencias católicas. Esta religión marcaría el resto de su vida. Se formó en leyes y letras y viajo por África, Asía, Europa y Sudamérica. En Méjico, realizó labores de corresponsal durante el conflicto que entre 1926 a 1929 mantuvo el gobierno de Plutarco Elías Calles contra una parte de la población, a la postre denominadas Cristeros, que no estaban de acuerdo con las medidas principalmente económicas que tomó el gobierno contra el clero. De los Cristeros, asimiló el emblemático grito de “Viva Cristo Rey”. Al regresar a Bélgica,  explota su inquietud intelectual y política fundando la Editorial Christus Rex y el Partido Rexista, poniendo en el centro de sus críticas a la banca en poder de los judíos. A base de populismo y gran oratoria, en 1936 consigue que su partido entre por la puerta grande en el Parlamento Belga, con un elevado número de escaños. Cuando estalla la segunda gran guerra Degrelle es apresado y recluido en prisión debido a sus nada disimuladas tendencias fascistas. Posteriormente es liberado por los alemanes y en respuesta al agravio de su propio país, crea la Legión Wallonia, que pondrá al lado de los alemanes, convirtiéndose en la 28ª, División de las Waffen-SS, con la que recibirá múltiples condecoraciones y el rango de General. Cuando la guerra está perdida, León Degrelle, huye desde Noruega hasta España y es en la playa de San Sebastián, donde se ve forzado a tomar tierra ante la falta de combustible. Entonces, recurre a sus contactos en el ejército franquista y la Falange y pide asilo político, mientras permanece hospitalizado durante largo tiempo para curar las heridas producidas en el accidentado aterrizaje. El gobierno de Franco le amparó. Nunca atendió a las peticiones de extradición que recibía de su Bélgica natal, y resto de países aliados y para esconderlo aún más se le creó primero la identidad de León José Ramírez Reina y posteriormente la del excombatiente Juan Sanchís. Pasa un tiempo escondido en Madrid y luego en Torremolinos. Pero siempre con la inquietud de ser deportado, a pesar de su amistad con Serrano Suñer y por ende la Falange o secuestrado por espías extranjeros para ser llevado a Bélgica donde había sido juzgado “in absentia” y condenado a muerte. Aparece en escena José Antonio Girón de Velasco, militar franquista, por entonces Ministro de Trabajo, quien le consigue una cómoda estancia en un cortijo de la sierra norte sevillana, cercano a la localidad de Constantina. Allí se acomoda, se siente seguro, no en vano, siempre cuenta con la Guardia Civil en permanente vigilancia allí donde se hospede. Compra un terrero sobre un cerro denominado Viña Carlina y se construye una singular edificación, absolutamente ostentosa. Así, León Degrelle, pasa de ser D. Juan Sanchís para los lugareños a Don Juan de la Carlina. Es adoptado por una vecina, dándole al fin identidad jurídica real, convirtiéndose en vecino insigne que no esconde su ideal político en reuniones o conferencias, viéndosele en días señalados como la boda de su hija, uniformado de gala con todos sus méritos nazis colgados del pecho. Años después, deja La edificación de la Carlina, (hoy en día, irónicamente convertida en un singular convento de la Orden de las Jerónimas) y se instala definitivamente en la Costa Malagueña, donde residían otros “alten kameraden” tales como Herbert Schaefer, Wolfgang Jugler, Theodor Soucek o Friedrik Jensen. Aquí, vuelve a cobrar protagonismo “presencial”, porque el editorial ya lo tenía debido a múltiples publicaciones tanto en libros como en revistas. Su figura despega. Vuelve el urbanita, que fue en sus años de juventud y se convierte en un referente de la extrema derecha española y europea: al ser uno de los más representativos y “ruidosos” personajes nazis que siempre se mantuvo fiel a sus ideales. Blas Piñar o Jean Marie Le Pen, fueron parte de su clientela. También lo fue Mariano Sánchez Covisa, fundador del Movimiento Guerrillero Cristo Rey, ¡qué casualidad!, la misma nomenclatura del Partido Rexista fundado muchos años atrás en Bélgica por Degrelle. Los Guerrilleros de Cristo Rey, se crearon en 1968. Fue un grupo de simbología ultracatólica y de triste recuerdo patrio, por varios asesinatos en su haber. Ningún ideal justifica una muerte. Ninguno. En 1994 Degrell fallece a los 87 años, en Málaga. Dicen, que sus cenizas fueron esparcidas en uno de los santuarios del nazismo, Berchtesgaden, lugar de recreo de Hitler. Puede ser, no en vano, él había dicho: Fui, soy y seré, fiel devoto de Hitler hasta el fin de mis días… Digo yo, que incluso sigue siéndolo después de sus días, pues por ahí queda toda su "apasionada" literatura, salvo que los bomberos de Fahrenheit 451 decidan actuar.
Fuldner, Carlos Horst Alberto. Carlos Horst Alberto Fuldner nació en Capital Federal (Buenos Aires) el 16 de diciembre de 1910. En 1922 se trasladó con su familia a Alemania y se asentaron en Kassel. Durante la época de la República de Weimar, las filas de los Stahlhelm, una agrupación o milicia de derechas. En 1932 ingresó a las SS y al partido nazi y se integró a las SS y el NSDAP. En 1935, al presentársele cargos relacionados con fraudes económicos, intentó regresar a Argentina, sin embargo, fue interceptado y entregado a la Gestapo en Bremerhaven. Aquello le valió la expulsión de las SS. Combatió en la División Azul de Franco en el Frente Ruso como intérprete. Al regresar el cuerpo de voluntarios españoles en 1943, entre 1944-1945, se integró en la SD de Himmler con el grado de SS Haupsturmmfuhrer, y fue destinado a España. Formó parte del conglomerado empresarial Nacionalsocialista SOFINDUS en España. Al terminar la guerra regresa a Argentina. Desde 1947 presta servicios en la División Informaciones de la Casa Rosada, la Dirección de Migraciones y la Secretaría de Aeronáutica. Organiza el ingreso clandestino de nazis a la Argentina bajo instrucciones que recibía personalmente de Juan Domingo Perón. Fundó la empresa CAPRI que sirvió de bolsa de trabajo a antiguos integrantes de las SS y otros Nacionalsocialistas, empleando entre otros a Adolf Eichmann, Wilhelm Mohnke y Augusto Siebrechten, en empresas tales como el Fuldner Bank, vinculada al peronismo. Más tarde volvió a Europa a fin de ayudar a partir a la Argentina a los colaboradores del profesor apellidado Tank, permaneciendo en aquel lugar por espacio de un año aproximadamente, enviándole fondos la Secretaría de Aeronáutica y la División de Informaciones de la Presidencia de la Nación, creyéndose que logró cumplir su propósito, ingresando también al país con su mediación muchas personas que no eran colaboradores del mencionado profesor. Murió en España en 1992.
Galler, Anton. (Lilienfeld, (Austria)- 1995, Denia, (Alicante)) Nació en Lilienfeld, (Austria). Su familia, fue como tantas otras, de humilde procedencia y eso hizo que siendo muy joven tuviera que emplearse en una panadería para contribuir al ingreso familiar. Pronto ve que en la política está su salvaguarda y entra en formaciones austriacas de derechas con marcado carácter pro-alemán. Cuando estás empiezan a preocupar el gobierno del país, Galler marcha a Alemania, donde se alista en el ejército, pasando por la academia militar Braunschweig para llegar en 1937 al grado de teniente, teniendo como primeras órdenes militares, la de “limpiar” de judíos y grupos de insurgentes los territorios conquistados. A finales de 1943 fue asignado a la 16ª División Panzergrenadier SS con el rango de capitán y al año siguiente llega a Comandante del Batallón 35 del 16th SS Panzergrenadier Division Reichsführer-SS, el 12 de agosto de 1944 en la pequeña localidad italiana de Santa Ana de Stazzema, en plenos Alpes Apuanos, se división cercó la población y congregó a sus más de quinientos habitantes incluidos mujeres y niños en la plaza, para posteriormente ametrallarlos y quemarlos con gasolina. Al término del conflicto bélico, Antón Galler es detenido por los aliados pero incompresiblemente no fue sometido a ningún proceso penal. Para cuando la justicia advierte el error, Galler ya había huido a España ayudado como tantos otros por la organización Odessa. Se afincó en el número 45 de la calle Partida Florida de Denia (Alicante). Murió en 1995 a los 80 años. Su tumba se localiza en la zona más nueva del cementerio de Denia, en la planta baja, en un nicho de los de arriba numerado con el 12. Su mujer murió en 1998.
Hafner, Paul María. (1923 Tirol, Italia- 2010-Madrid) Provenía de una familia del Tirol italiano próximo a Austria. Siempre mantuvo pasaporte italiano. Se alistó voluntario como tantos en las Waffen Schutzstaffel el 17 de febrero de 1941. Luchó en distintos frentes de guerra para pasar a instructor de reclutas con el grado de teniente. Estuvo en los campos de concentración de Dachau y Buchenwal, donde el, sin embargo, dice que solo los visitó y que “no vio nada escandaloso”. Habría que haberle preguntado, que entendía el por escandaloso. Hafner siempre negó el Holocausto, diciendo que era producto de la inventiva alidada. Al acabar la guerra, estuvo detenido, aunque por poco tiempo. Salió airoso de ese trance, por ser militar de bajo rango y alegar órdenes recibidas. Se matriculó en la Universidad de Innsbruck (Austria) donde obtuvo la licenciatura de económicas y tras un periplo en una empresa en Milán, decide afincarse en España en 1953. Hafner fijó su residencia al norte de Madrid con su esposa y allí anduvo bien relacionado con otros congéneres como Joachim Heyroth, ex piloto de la aviación Cóndor que también vivía por sus alrededores. Y veraneaba en Marbella donde mantuvo contacto con militantes nazis como Gerd Honsik o el ex miembro de la SS Leibstandarte "Adolf Hitler", Wolfgang Jugler. Al tiempo se separó y consoló su soledad visitando a compatriotas en una residencia de la tercera edad y adscrito a organizaciones de conocido carácter neonazi, sin renegar jamás de sus convicciones arias y antisemitismo. En 2007 se dejó filmar por el realizador austriaco Günter Schwaiger para una película documental titulada "El paraíso de Hafner (2007)". En 2010 falleció en Madrid y sus cenizas fueron esparcidas en el Valle del Adige, Italia, que lo vio nacer.
Heim, Aribert. Más conocido como el doctor Muerte, era uno de los más buscados del mundo. En 2005 la Fiscalía de Baden-Baden descubrió envíos de dinero desde las cuentas de la familia de Heim a Palafrugell, en la Costa Brava catalana. Tanto la Unidad de Delincuencia y Crimen Organizado (Udyco) como los Mossos d’Esquadra se aplicaron en localizar a este hombre que hoy cuenta 95 años y no pasaría desapercibido con su 1,94 de altura. El siniestro "doctor Muerte" del campo de concentración de Mauthausen, pudo haber estado en Marbella, en la lujosa urbanización Los Belbederes, en el apartamento número 7 del Nordic Royal Club. Se trata del domicilio de otro criminal de guerra nazi, el noruego Fredrik Jensen. La policía recibió en Barcelona una pista. Uno de los sospechosos de haber dado cobertura a Heim era nada menos que Jensen. Eso puso el foco de algunos de los investigadores sobre el antiguo nazi noruego. De hecho, llegaron a pensar que Jensen y Heim eran la misma persona. Los responsables de la investigación aseguran que durante su vigilancia de la casa de los Jensen, los anfitriones recibían visitas frecuentes de un invitado de avanzada edad y muy elevada estatura, pero no pudieron identificarlo como Aribert Heim. En la actualidad, tanto la policía alemana como el Centro Wiesenthal consideran que Heim se esconde en Chile, en las propiedades de su hija Waltraud Bösser en la zona de Puerto Montt. Se le atribuyen no menos de 500 asesinatos en el campo de concentración de Mauthausen, en Austria, la mayoría cometidos por su propia mano, experimentando con pacientes vivos, durante las escasas cinco semanas que estuvo destinado como médico del campo. Hasta el 60% de sus víctimas podrían ser republicanos españoles, ya que en el momento en el que Heim estuvo en Mauthausen, los españoles representaban ese porcentaje de la población reclusa del campo.
Hoffmann, Hans. Intérprete de Joachim von Ribbentrop, ministro de exteriores de Hitler. Acabó sus días en la costa malagueña convertido en un próspero promotor inmobiliario.
Jensen, Friedrik. (Suecia (¿?)- 2011 Suecia) Cuando Alemania invade Noruega se declara ferviente admirador de las ideas Nacional Socialistas y se alista en la Waffen-SS donde estuvo en distintas unidades con progresivos ascensos, hasta el punto de ser el único militar no germánico con la condecoración de la Cruz de Oro, que concedía Hitler personalmente, convirtiéndose en un auténtico héroe para los nazis, especialmente por su condición de combatiente de primera línea siendo herido en varias ocasiones. Terminada la guerra, pasó tiempo recibiendo cuidados en un hospital de Viena y luego internado en prisión por las fuerzas americanas. Cuando cumplió sus años de condena marcho a su Suecia natal donde emprende negocios, donde hizo fortuna con una compañía de maquinaria industrial. Poco después decide buscar mejor clima y más tranquilidad, por tanto es en España donde establece su residencia. Aunque en 1994 a petición de la Interpol acusado de criminal de Guerra, es deportado a EE.UU, pero pronto es dejado libre, entendiendo que ya estuvo detenido y pagó con prisión su ideología y desmanes. Entre otras cuestiones se le acusó de connivencia en la deportación a la Alemania nazi de casi un millar de judíos. En Marbella, vivió primero en una gran casa y posteriormente cuando su esposa enfermó, cambio su domicilio a una vivienda del exclusivo Nordic Royal Club donde se hospedó hasta sus últimos años. En 2011 al ver el final de sus días vuelve a Suecia y allí fallece ese mismo año.
Joustra, Hauke Bert Pattist. (Utrech (Holanda) - marzo 2011, Langreo) Hauke Bert Pattist Joustra, nació en Utrech (Holanda), pero adoptó la nacionalidad Alemana cuando se unió a su ejército coincidiendo con la invasión de los Países Bajos por parte de la Alemania nazi. Se alista en las Waffen-SS, y tras su formación militar en academias alemanas, es destinado a Holanda, concretamente al grupo policial "Los Tulipanes Negros" llegando a comandar la instrucción de reclutas. El objetivo de esta compañía fue amedrentar, humillar, denunciar y/o detener a todo aquel que fuera judío o simpatizante. Detenido tras la rendición alemana, huyó del campo de reclusión en noviembre de 1946, meses antes del proceso judicial que le condenó a cadena perpetua por sus actos. Tras un periplo de varios años por distintos países, llegó a España en 1956 cruzando los pirineos en moto y con documentación falsa. En principio es detenido e ingresado en la prisión de Nanclares de Oca, pero puesto en libertad al cabo de seis meses cuando sus compañeros ya “hospedados” en el estado español movieron los hilos necesarios dentro del gobierno. Fijo su residencia en Ribadesella, para luego mudarse a Oviedo donde contrajo matrimonio y dirigió una escuela de idiomas. Hizo traducciones para la prensa y obtuvo el puesto de Traductor Jurado del Ministerio de Asuntos Exteriores para Asturias. En 1966 se le dio la nacionalidad española, lo que le permitió eludir las solicitudes de extradición de las autoridades holandesas. Sus vecinos le recuerdan como simpático personaje, alto, campechano, agudo y bromista que se reía de sus propios chistes y movía mucho las manos al hablar, le gustaban las tertulias y escanciaba la sidra como un asturiano más. Murió en el hospital Valle del Nalón de Langreo en marzo de 2001 a los 80 años de edad.
Jugler, Wolfgang. (7/III/1922 - 1/X/2011) Wolfgang Jugler fue comandante de la Compañía Leibstandarte SS, Jefe de la escolta personal de Adolf Hitler. Austriaco de nacimiento, como tantos otros nazis, como el propio Führer, se dejó embaucar por las ideas del Nacional Socialismo Apenas adolescente, se afilia a la HitlerJugend, (Juventudes Hiltlerianas) incluso cuando la pertenencia a esta asociación estaba penada en Austria. Una vez instruido se reincorpora al ejército alemán, y llega a comandar la 1ª División Leibstandarte SS, LA escolta de Adolf Hitler. Al término de la gran guerra es hecho prisionero por las fuerzas aliadas en un campo de concentración, de donde consigue escapar hacia España. Vivió en el edificio Lindasol de Marbella, hasta su muerte, en un piso adornado con toda la simbología nazi que le permitía la intimidad del hogar. Se le vio con frecuencia en compañía de otros vecinos de su mismo idioma e ideología. En 2011 falleció en Marbella a la edad de 83 años.
Luburić, Wjekoslav (Humac, Ljubuški, 20/VI/1913 – Carcagente, Valencia, 20/IV/1969) En 1931 se adhirió al movimiento Ustashi, participando en diversas acciones contra el estado Yugoslavo. Debido a ello, debió emigrar a Hungría en 1932 y se instaló en el campo de Jankapuszta, cerca de Budapest, donde se convirtió en jefe del economato del campo. En abril de 1941, después de la Invasión alemana de Yugoslavia, regresó a Croacia bajo control nazi. Durante la formación del Estado Independiente de Croacia (NDH), al principio de la Segunda Guerra Mundial, ascendió a general y se le encargó la región del Drina, lo que le valió el apodo de General Drinjanin (General del Drina). A partir de la instauración de los campos de exterminio por parte del estado croata pronazi, fue nombrado comandante principal de los mismos, y en una ceremonia celebrada el 9 de octubre de 1942, se congratuló por la gran “eficacia” del centro de asesinato de Jasenovac. Durante el banquete que siguió, indicó con orgullo: “Hemos asesinado aquí en Jasenovac a más gente que el Imperio otomano durante su larga estancia en Europa”. Luburić se entrenó en Auschwitz y visitó otros campos de concentración alemanes para aprender los métodos de exterminio y aplicarlos en Jasenovac. Sin embargo, el modelo en que se basó para la construcción de Jasenovac fue el campo de concentración de Sachsenhausen. Se considera que entre 100.000 y 600.000 personas encontraron la muerte en Jasenovac. Algunos observadores nazis lo calificaron, en varios informes oficiales, de “sádico extremo” y de “enfermo mental”. Al final de la guerra, con la derrota del Estado Independiente de Croacia, Luburić dirigió brevemente una formación paramilitar llamada Los Cruzados (Križari). Sin embargo, no consiguió su objetivo de restablecer el régimen croata afín al nazismo en contra de la Yugoslavia de Tito. Al final de la Segunda Guerra Mundial, pasó ilegalmente a Hungría, luego a Austria y más tarde a Francia. Posteriormente se instaló en España, donde vivió en el municipio de Carcagente (Valencia) protegido por el régimen franquista, que le facilitó un nombre falso: Vicente Pérez García. Se casó con una española, con la que tuvo cuatro hijos, aunque en 1957 se separó de ella. Participó en actividades de las organizaciones de emigrantes croatas en España, Suecia, Alemania occidental y Canadá. Alejado del movimiento Ustasha en la segunda mitad de los años cincuenta, fundó la Hermandad de Los amigos del Drina, y posteriormente una organización llamada Resistencia nacional croata. En España dirigió una imprenta encargada de difundir propaganda de estos movimientos, con el apoyo del franquismo. Fue asesinado en su casa de Carcagente el 20 de abril de 1969 por Ilija Stanic, un agente de los servicios secretos yugoslavos (UDBA) que se había infiltrado como empleado de su imprenta. Nunca le detuvieron y la Yugoslavia de Tito le recibió como héroe nacional.
Remer, Otto. (1912, Neubrandenburg,Alemania - 1997,Elviria, Málaga). Nace en la ciudad alemana de Neubrandenburg. Con 20 años se Alista en el Ejército Alemán. Tras 10 años es Comandante al Frente de un Batallón de semiorugas. Posteriormente comanda el I Batallón del Regimiento de Panzergrenadier donde demuestra sus grandes dotes de mando en distintas acciones bélicas, obteniendo en 1943 la Cruz de Caballero y las Hojas de Roble. En Marzo de 1944 es promovido a comandante de la Unidad de elite, el Wachbattalion de la Großdeutschland, una unidad que llevaba a cabo tareas de seguridad y defensa en Berlín. El 20 de julio del 1944, Hitler es víctima de un atentado con bomba del que sale prácticamente ileso. Tras el atentado, los mandos golpistas, ordenan a Remer (este no sabía que tales superiores habían planeado el golpe) apresar al Ministro de Propaganda Dr. Goebbles ocupando el Ministerio, para así descabezar una parte importante del partido. Sin embargo, Goebbles lo pone en contacto telefónico con Hitler que levemente herido, pero enérgico, le ordena descubrir y poner bajo arresto a todos los conspiradores ascendiendo a Remer en ese momento al grado de Coronel. En los días posteriores, se sucedieron, suicidios y ejecuciones de todos los implicados. Remer estrena su nuevo grado con la unidad de elite, Brigada Fuhrer Blegeit y en enero de 1945, es promovido a General cuando la división es reorganizada en la estructura del Cuerpo Panzer Grossdeutschland. En estos nuevos destinos, no obtuvo éxito militar alguno, debido indudablemente a la entrada aliada en la guerra, con la consiguiente carencia de elementos materiales y la falta de motivación en el ejército alemán. Es hecho prisionero de guerra por los americanos en ese mismo año y así permanece hasta 1947. Al salir de prisión funda en Alemania un partido político, el Sozialistische Reichspartei (SRP), que terminó siendo prohibido. Marcha a Siria y Egipto, y luego de volver nuevamente a Alemania donde su negacionismo del Holocausto le hizo ser condenado a prisión. Huye a España, y fija su residencia en Elviria, una localidad cercana a Marbella, hasta que fallece en 1997. Sus cenizas marcharon de la mano de su segunda esposa Anneliese hacia su tierra natal.
Ante Pavelic, criminal nazi de orgen croata
Pavelić, Ante (Bradina, Herzegovina, 14/VII/1889- Madrid, España 28/XII/1959) Líder del Partido Puro por los Derechos, cuyos miembros eran también conocidos como frankovci, que defendía la independencia de una «Gran Croacia». En 1918 fue elegido secretario del partido. En el verano de 1927 comenzaron sus contactos con Italia sobre el problema croata, presentando una memoria al Ministerio de Exteriores de Roma, en la que planteaba la formación de un Estado croata independiente con ayuda italiana. Mussolini, dictador fascista italiano, fue fundamental en la formación y mantenimiento de la nueva organización ustacha de Pavelić, al que acogió y financió pero también controló y utilizó para sus propios intereses durante la década de 1930. Se crearon campos de entrenamiento para los ustacha en Brescia y Borgotaro (en Italia) y Janka Puszta (en Hungría). En 1933 llevaron una intentona armada en la que el Ustaše, armado por los italianos, trató de desembarcar en Croacia cruzando el Mar Adriático en barcazas. Este plan fracasó, pero el grupo concibió la idea de asesinar al rey Alejandro, en Marsella el 9 de octubre de 1934 junto con el ministro de Asuntos Exteriores francés Louis Barthou. Ante el escándalo internacional, Pavelić y sus hombres fueron arrestados en Turín justo un par de semanas después del asesinato del rey. Se le encerró en Turín desde octubre de 1934 hasta marzo de 1936, cuando se le liberó, mientras sus seguidores quedaban internados en las islas de Lipari. A comienzos de 1939, Mussolini volvió a sopesar la idea de reactivar a los ustachas, reuniéndose con Pavelić en enero de 1940 y de nuevo en mayo. La oposición alemana a los planes italianos contra Yugoslavia frustraron la reunión de los ustachas hasta abril de 1941. Tras la decisión alemana de atacar Yugoslavia después del golpe de Estado del 27 de marzo de 1941, Pavelić volvió a reunirse con Mussolini y a confirmar su disposición a ceder parte de Dalmacia a Italia a cambio de su apoyo para tomar el poder en una Croacia independiente, cesión que ocultó a sus partidarios, opuestos a estas. El 6 de abril de 1941, fuerzas de la Wehrmacht y otros países aliados invadieron Yugoslavia. Entonces regresó junto con unos trescientos de sus partidarios junto a las tropas italianas que invadían el país; cruzó la frontera desde Trieste junto con sus seguidores venidos de Pistoia el 13 de abril. Otros trescientos ustachas volvieron a Croacia junto con los demás ejércitos invasores. Su única aportación destacada a la campaña del Eje fue la rendición de dos regimientos yugoslavos (unos 8.000 hombres) que entregaron las armas sin combatir. El 10 de abril, se proclamó el nuevo Estado Independiente de Croacia, dirigido por Pavelić y controlado de facto por Alemania e Italia, cuyas instituciones reprodujo. Se reservó también el de ministro de Exteriores del nuevo país en el nuevo Gobierno. El 17 de abril declaró la guerra a Gran Bretaña e hizo más tarde lo mismo con los Estados Unidos y la Unión Soviética. En mayo viajó a Italia para firmar los Tratados de Roma, que establecieron las relaciones formales entre los dos Estados y sellaron la cesión de parte de Dalmacia a Italia. Pavelić estableció pronto un «nuevo orden», basado en el culto a la nación, al Estado y a su caudillo, él mismo. El nuevo Estado era totalitario. Pavelić controlaba las principales decisiones del país, era reacio a convocar al gabinete y prefería decidir sus acciones mediante reuniones privadas con los interesados. Para los temas de importancia secundaria no dejaba de dar directrices sobre el rumbo a seguir, manteniendo siempre un gran control sobre la política nacional. Pavelić fomentó el culto a su persona, presentándose como el «revitalizador de Croacia» y dando la impresión de que la independencia se debía exclusivamente a su intenso trabajo y sacrificio. Su título, poglavnik, era un neologismo proveniente de poglavnar, el jefe de clan, en croata, figura tradicional en la cultura campesina, que representaba a una figura de autoridad y rigidez, reacia a los compromisos. El nuevo juramento de fidelidad al nuevo Estado, obligatorio para todos los funcionarios del país, incluía a Pavelić como representante de la soberanía nacional. Su figura crecía además por el anonimato forzado de la mayoría de los demás dirigentes croatas. Personalmente, Pavelić contaba con una capacidad de atracción, tanto para sus subordinados como para las masas, que utilizó con gran éxito los primeros meses en el poder. En la propaganda, como un ser dedicado en cuerpo y alma a Croacia, sacrificándolo todo por su país. Como en otros casos, incluso los críticos de las acciones del nuevo régimen exculpaban a Pavelić de toda responsabilidad, creyéndole ignorante de las acciones que sancionaban. Dado al cultivo de sus subordinados, era también un hombre lejano y con tendencia a eliminar a cualquiera que pudiese hacerle sombra, que no toleraba a aquellos dotados de gran inteligencia o personalidad. La dictadura de Pavelić persiguió a judíos, serbios, gitanos y a la oposición croata (sobre todo comunista). Después de haber promulgado leyes antisemitas, abrió campos de concentración y de exterminio como el campo de exterminio de Jasenovac, donde fueron asesinadas alrededor de 600.000 personas. Mientras que las medidas contra judíos y gitanos fueron fomentadas por los alemanes, estos no respaldaron los ataques contra la minoría serbia, que favorecían el crecimiento de las fuerzas partisanas. La mayor parte de las atrocidades del régimen las cometieron los antiguos exiliados junto a Pavelić, a menudo de origen humilde, de regiones pobres y de población mezclada con otras comunidades, que habían regresado al país llenos de odio y sedientos de venganza. Las tropelías de los ustacha superaron en brutalidad incluso las de los nazis. A diferencia de la gran propaganda antisemita, el régimen no desarrolló una actitud hostil hacia los musulmanes, a los que trató de ganarse para su causa y a los que consideró parte de la nación croata. Pavelić siempre se dirigía a sus tropas calificándolas como católicas y musulmanas y recordaba a menudo sus primeros años de escuela, donde todos sus compañeros eran musulmanes. El Ejército del Estado Independiente de Croacia combatió, junto a las fuerzas del Eje, a la resistencia de Tito (partisanos comunistas) y a los chetniks (nacionalistas serbios). En el verano de 1944, ante el empeoramiento creciente de la situación, dos de los ministros de Pavelić se confabularon para retirarle del poder y establecer contactos con los Aliados y evitar la caída del país en manos de los partisanos comunistas. Con el respaldo alemán y de los ustacha más radicales, Pavelić sofocó la intentona y ejecutó a los cabecillas. Su régimen permaneció fiel a los alemanes hasta su derrota final. El 6 de mayo de 1945, huyó de Zagreb a Austria, donde permaneció algunos meses antes de huir a Roma, donde la Iglesia Católica lo ocultó a pesar de su condición de criminal de guerra. Detenido brevemente por los británicos en Austria, fue liberado. El centro de ayuda a los exiliados ustachas en Italia fue el Colegio de San Girolamo degli Illirici, dirigido por croatas. Llegó a la capital italiana en 1946, disfrazado de monje y con pasaporte español. Durante ese año y el siguiente, residió en el Colegio de San Girolamo y en otros lugares de la ciudad. Los servicios secretos estadounidenses sabían que residía en Roma pero no estaban interesados en la detención de ningún anticomunista de zonas del este de Europa, debido a la creciente tensión con el bloque soviético. Tras sopesar su arresto, la posible pérdida de las simpatías de los emigrados ustachas hizo que las autoridades militares desistiesen de arrestarlo. Seis meses más adelante, en noviembre de 1948, huyó a Argentina, en el vapor italiano Sestriere. Al llegar allí, hizo de consejero de seguridad del varias veces presidente Juan Domingo Perón. Perón dio más de 34000 visados a croatas que huyeron del gobierno de Josip Broz Tito. En abril de 1957, el Gobierno yugoslavo intentó en dos ocasiones asesinarlo por medio de los servicios secretos yugoslavos. Pavelić fue forzado posteriormente a huir de Argentina para evitar la detención y la extradición y encontró refugio en España, España. Murió en un hospital alemán en Madrid el 28 de diciembre de 1959. Está enterrado en el cementerio madrileño de San Isidro.
Skorzeny, Otto. (Viena, 12/VI/1908 – Madrid, 7/VII/1975) Otto Skorzeny, ex coronel de las SS, el hombre que en 1943 liberó a Mussolini en el Gran Sasso, también vivió en Denia antes de residir en Madrid. Nacido en Austria en una familia de ascendencia polaca, simpatiza con el nazismo y al estallar la Segunda Guerra Mundial en 1939, se ofrece como piloto a la Luftwaffe, pero es rechazado por tener 30 años. Como mide 1’90 le proponen para las Waffen SS dentro de la guardia personal de Hitler. Participó en las campañas de Francia, Holanda y los Balcanes, para ser posteriormente destinado a los Servicios de Inteligencia y al entrenamiento de comandos. Hitler lo selecciona para participar en el rescate de Mussolini, que había sido depuesto en Italia y encerrado en un lugar desconocido. Cuando la derrota alemana era inevitable comenzó a entrenar una red de fuerzas de resistencia en caso de ocupación, los Werwölfe, pero en vista de que no disponía de equipo ni hombres suficientes desvió los efectivos para organizar la huida de nazis hacia España y Argentina. Tenía dos peculiaridades físicas inconfundibles, su altura de más 1’90 y una cicatriz en la cara, por la que llegó a ser llamado “caracortada”, producto de uno de los muchos duelos de esgrima en sus años de universitario en Austria. Acabada la carrera de ingeniero, se alistó al comienzo de la segunda guerra mundial en las Waffen SS. Interviniendo en las campañas de Francia, Holanda, o Rusia siendo condecorado con la Cruz de Hierro y nombrado capitán Jefe de comandos de una unidad de operaciones especiales denominada, Los Friedenthaler. La operación que dio más fama a este grupo fue la denominada Roble (Eiche), al liberar al Duce, Benito Mussolini, del arresto al que fue sometido por el gobierno pro aliado de Badoglio en una zona de los Apeninos. Por esta audaz acción, Skorzeny es ascendido a comandante jefe de unidad asalto y una nueva medalla en su pecho la Cruz de Caballero. Posteriores misiones, ordenadas desde el servicio de Inteligencia alemán, realizadas contra el partisano croata Josif Broz Tito, y el regente de Hungría Miklos Horthy o la ya famosa Operación Greif, infiltrando soldados alemanes en las fuerzas aliadas, le consolidaron como uno de los hombres fuertes del tercer Reich llegando al grado de Coronel. Perdida la guerra Skorzeny aunque absuelto en los juicios de Núremberg, paso dos años ingresado en un campo de desnazificación, hasta que huye a nuestro país ayudado por el consulado español en Frankfurt. Aquí pasó el resto de sus días, aunque hubo temporadas que anduvo por Bolivia o Argentina. Casi nadie discute hoy en día que fue uno de los miembros más activos de ODESSA (organización de antiguos miembros de las S.S.), una red creada con el fin de ayudar en su huida a ex componentes de la SS desde Alemania a otros países donde estuviesen a salvo, siendo su destino más común distintos estados sudamericanos y por supuesto España. También hay pruebas, que indican la idea que Skorzeny expuso al Gobierno de Franco la idea de crear una legión alemana que se denominaría Legión Carlos V, y estaría compuesta por todos los nazis huidos tras la guerra, que responderían en favor del capitalismo ante una posible invasión del bloque soviético. Aunque sus primeros años los pasó en la capital de España, dedicado a dudosos asuntos de intermediación comercial, decidió, aposentarse en Palma de Mallorca, aconsejado por un gobierno español que intentaba esconder sus “favores fascistas”, para mostrar mejor cara al exterior y porque en cualquier caso, nada podrían hacer si era detenido, al estar en caza y captura en Europa. Se estableció por tanto en un punto sin concretar entre Pollensa y Alcudia (baleares) donde un extranjero y sus actividades “solidarias” para con sus acólitos podían pasar más desapercibidas, mezclado entre paisanos residentes y turistas. Allí convirtió el mar en su gran pasión. Unos dicen que por mala suerte y otros que por el servicio de inteligencia israelí, fallece en accidente de tráfico en Madrid en 1975 a los 67 años de edad. Sus cenizas marcharon a su Viena natal. Para la posteridad dejó dos libros "Vivir peligrosamente" y "Luchamos y perdimos".
Von Freienfels, Fredericke. Pasó a ser el doctor Luis Gurruchaga Iturria cuando se refugió en Chipióna (Cádiz). La mayoría de los nazis refugiados escogieron Zahara de los Atunes (en Cádiz), sin embargo, el doctor Gurruchaga escogió Chipióna. Era un genio de la medicina que curaba a desahuciados y recomponía miembros afectados. Alcanzó una rápida popularidad entre los lugareños por su enorme carisma y profesionalidad. Atlético de complexión y fácil sonrisa, emanaba confianza y cordialidad. Nadie sentía curiosidad por el pasado que Luis se cuidaba de camuflar cuando era el doctor F. von Freienfels, distinguido miembro de las S.S., actuando en campos de exterminio como Dachau, Mauthausen o Auschwitz, donde llevaban a cabo atroces experimentos, sobre todo con prisioneros judíos y rusos. Entre sus barbaridades más conocidas se contaba el gaseado de un tren repleto de judíos con destino a un campo de exterminio. Luis tenía órdenes de conducir a los prisioneros a su trágico final. Pero él optó por adelantar el inevitable Holocausto, a sabiendas de lo que les esperaba al final del trayecto, así que confinó a los condenados en los vagones repletos en los que ordenó insuflar el gas.
Van Aerschod, Paul. (Bélgica - 6/X/ octubre de 2011, San Sebastián, España) Hijo de una familia belga afincada en Valonia se dejó deslumbrar por las ideas del partido Rexista de Leon Degrelle al que se afilia con 18 años. Posteriormente, con la llegada del ejército alemán a Bélgica, se adhiere a las Juventudes Hitlerianas, siendo su tarea en los años de ocupación, la de reclutar mano de obra para los campos de trabajo de la Alemania nazi. Era conocido como El Gran Rubio del Revólver dedicándose a maltratar, aterrorizar y denunciar a todo aquel que se negara a ser reclutado. Denunció a unos 2.500 chicos que se resistieron a ese voluntariado, 20 de los cuales fueron ejecutados. Al poco de declararse el fin del conflicto había huido a España, pasando un tiempo en el campo de extranjeros de Miranda de Ebro. En 1946 fue juzgado en su país por colaboracionista, condenado a muerte y desprovisto de la nacionalidad belga, en rebeldía al encontrase fuera de su país. En España se casa y poco después, con la ayuda de la iglesia marchó a Bolivia. En La Paz se hizo llamar Juan Pablo Simons, y regentó el restaurante "El Corso". Allí se relacionó con otros nazis huidos a la capital Boliviana. Allí vivió hasta que regresó a España en 1964. Le contrató la Organización Internacional del Trabajo, como experto en turismo entre 1969 a 1976, con el nombre de Paul Jean Léon Simons de Aerschot y nacionalidad boliviana. Trabajó en Chipre y Rumanía, y también en Afganistán y la Alemania del Este para otra agencia de la ONU. El emparejamiento del nombre Simons con el de una van Aerschodt en un acta notarial de 2006 levantó las sospechas de veteranos de los servicios de información belgas dedicados en su vejez a la caza de criminales de guerra huidos. Sus complicadas pesquisas consiguieron que la policía belga le detuviera en 2008, en una visita en Bélgica. Según sus declaraciones se reunió en Bolivia con el exjerarca nazi Martin Bormann, que llevaba una plácida vida de sacerdote redentorista, o con Klaus Barbie, El Carnicero de Lyón, luego condenado a cadena perpetua. Al juez no le quedó más remedio que constatar que sus crímenes habían prescrito en 1976 y que, a falta de imprescriptibles crímenes contra la humanidad de los que no estaba acusado, no había más remedio que ponerle en libertad. Antes de que llegara la orden judicial de libertad, Simons-van Aerschodft volvió a escapar, esta vez a Lille, para coger el tren que vía París le llevó a San Sebastián, donde falleció. Dos esquelas publicadas en la prensa donostiarra en octubre de 2011 anunciaban el fallecimiento de Pablo Simons De Aerschot, con una fotografía en la que se veía a un anciano sonriente. Sus nietos le despidieron en una de ellas en euskera y francés. Como cualquier familia bien integrada, ofrecían información sobre el velatorio y el funeral. Bajo esa aparente normalidad se escondía la figura de un criminal de guerra que logró esquivar la condena a muerte por colaborar con el régimen nazi.
En efecto, muchos de estos amigos del terror, de esos del saludo romano (brazo en alto y al frente) nazis en definitiva, la mayoría de alto rango, que nunca pudieron ser juzgados, encontraron en España, la seguridad que les faltaba en sus países y la utilizaron en algunos casos como estación de paso hacia otro destino, tales como Walter Kutschmann, Reihard Kopps, Gerhard Bohne, Reinhard Spitzy, Friedrich Joseph Rauch, Martín Borman, Andre Van Den Bergue… que partieron, generalmente con pasaporte español, desde Barcelona, Vigo, Coruña, o Bilbao por citar algunas ciudades portuarias. Otros, sin embargo, la mayoría negacionistas del Holocausto y muy cercanos a Hitler, vinieron a vivir bajo el palio del nacional catolicismo, muy parecido a su nacional socialismo, una vez que Alemania cayó derrotada en 1945. Todos en definitiva, pudieron vivir plácidamente en la “piel de toro”, sin ser molestados, curiosamente, ni siquiera años después, cuando cambiaron los colores del gobierno. El tiempo, su único juez, se los fue llevando de forma implacable. Muchas han sido las exequias realizadas en España con marchamo de esvástica y algunos los cementerios patrios donde parte de la historia de la Cruz Gamada, “pernocta” por siempre. Aribert Heim fue un médico nazi austríaco, también conocido como “Doctor Muerte”, de las Schutzstaffel en el campo de concentración de Mauthausen Gusen. Se le acusó de crímenes contra la humanidad al haber utilizado el método de inyecciones directas de compuestos tóxicos en los corazones de sus víctimas. Se ocultó en los distintos escondites que había mantenido en la costa mediterránea española. La guarida del monstruo más duradera, según los investigadores que le siguieron la pista, fue en la Costa Brava, cerca de Roses, en la urbanización de Empuriabrava, donde una colonia de jubilados alemanes, muchos con pasado nazi, le podría haber servido como cobertura. La Policía sospechó en su momento que, al saberse localizado, abandono la zona de Roses en yate para recalar en el área de Marbella (en Málaga). Otro dos refugiados que vivieron durante años en Benalmádena (también Málaga) como encubridores de Heim, fueron el alemán Herbert Schaefer, cuyo pasado nazi trascendió después de que uno de los cuadros de su colección expuesto en la Universidad de Yale fuera reclamado por un superviviente del Holocausto, y el austríaco Theodor Soucek, que refundó de forma clandestina el Partido Nazi en Austria y fue condenado a muerte por ayudar a antiguos SS a huir a España y Latinoamérica en 1948.
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-THE FACTUAL LIST OF NAZIS PROTECTED BY SPAIN, Eliha Meyer.
-Hay una interesante publicación de 500 páginas sobre individuos relacionados con el EJE residentes en España. http://es.scribd.com/doc/209029872/THE-FACTUAL-LIST-OF-NAZIS-PROTECTED-BY-SPAIN-doc
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